El Acueducto romano es imagen indiscutible Segovia. Enterrado el falso mito de que el coloso de piedra fuera construido para abastecer a un simple destacamento militar asentado sobre la antigua ciudad celtíbera, el pasado romano de la ciudad —y de los territorios que hoy conforman la provincia de Segovia— son, sin embargo, aún muy desconocidos por el gran público. No tanto por los especialistas, quienes, admiten, no obstante, que todavía existen no pocas lagunas sobre la estructura y organización de aquellas urbes y modo de vida de sus habitantes; misterios que, poco a poco, se desvelan gracias a la investigación de nuevos hallazgos arqueológicos, muchos de ellos casuales.
«A pesar de que el conocimiento de los elementos arqueológicos es parco, las investigaciones de los últimos 20 años, principalmente, nos permiten conocer mejor aquel pasado romano». Lo asegura Santiago Martínez Caballero, director del Museo Provincial de Segovia, uno de los comisarios, junto con Susana Vilches, de la exposición «Imago Urbis Romae», que alberga actualmente el espacio expositivo, y que ofrece una nueva perspectiva de lo que fue el mundo romano en la provincia de Segovia.
Con el patrocinio de la Junta de Castilla y León y la Diputación Provincial, la exposición supone, en sí, todo un descubrimiento, puesto que, según razona Martínez, es la culminación de una profunda investigación previa, que ha sumado la participación de hasta 34 especialistas y reunido, por primera vez, centenares de piezas procedentes de diferentes organismos, como el Museo Arqueológico Nacional de Madrid o la Colección Fontaneda Castillo de Ampudia; además de otras, hasta ahora no presentadas al público, de la propia colección del Museo de Segovia, procedentes de donaciones recientes de particulares.
«Imago Urbis Romae» ofrece, en síntesis, una nueva visión del desarrollo del mundo urbano en época romana a través de las tres ciudades que se asentaban en el ámbito actual de la provincia segoviana (Segovia, Cauca-Coca y Confloenta-Duratón); además de una cuarta, Tiermes, hoy en la provincia de Soria, que gestionaba el territorio del Alto Valle del Riaza.
A través de mapas, paneles divulgativos y un total de 284 piezas, el público puede conocer cómo fue aquel proceso que permitió transformar aquellos asentamientos celtíberos y vacceos en la provincia de Segovia en ciudades a imagen y semejanza de Roma; la creación de un mundo latino, aunque con características propias fruto de la herencia de origen prerromano.
La muestra repasa todos los episodios que explican el proceso de ‘romanización’ y de cómo el Imperio afrontó una completa reordenación territorial de las antiguas comunidades indígenas, celtiberas y vacceas, para una mejor gestión y explotación de los territorios segovianos, con amplias campiñas cerealistas, extensas áreas de pastos y ricos yacimientos de plata, hierro y cobre.
Martínez explica cómo en lo que hoy es la provincia de Segovia existía una población indígena autóctona, estructurada en unas ’13 ó 14′ ciudades autónomas. Desde el año 179 a.c. los romanos están ya presentes en el Valle del Tajo, en todo el territorio al sur del Sistema Central, lo que supone que durante unos 80 años las pequeñas ciudades celtíberas y vacceas de la provincia segoviana tuviesen contacto con los territorios conquistados por Roma. Con aquellos indígenas se activan nuevos mecanismos de comercio, que se traducen en pequeñas transformaciones a escala local. Los investigadores saben que sobre el año 151 a.c. el territorio de Segovia es asaltado por la legión romana, dirigida por el cónsul Lucio Licinio Lúculo, que llega a conquistar Coca, provocando una auténtica masacre en su población. Sin embargo, a las puertas de la segunda Guerra Púnica, un conflicto que exigía concentrar el ejército romano en otras zonas del Mediterráneo, se produce el repliegue del ejército romano. Pese a aquella incursión, el sistema central de la península vuelve de nuevo a mantenerse como frontera.