Señor director:
Muy Sras. mías: Como autor del artículo sobre la enferma mental doña Guadalupe Muñoz Barrio y su hermana, coloquialmente llamadas dementes y otros epítetos todos ellos de la lengua española, he de manifestar que dada la relación que les tocó vivir respecto a la interfecta en condiciones mentales aceptables, la defienden a capa y espada cuestión muy loable sencillamente por compañerismo, por lo que no me duelen prendas en felicitarlas francamente.
Mi señora difunta doña Carmen Rico González, fue compañera de Guadalupe durante los tres cursos que duró la carrera de magisterio y ya digo que solamente me dijo que tenía ciertas rarezas, cuestión que por otra parte todos tenemos, lo que no fue óbice para que a mí me martirizara implacablemente cada vez que me veía, armando en medio de la calle unas trifulcas desaforadas y avergonzándome ante todo el personal que por allí pasaba, sin defenderme, cuestión que algunos otros no soportaron sacudiéndola un buen sopapo.
Pero no soy yo solo el que sufrió las embestidas verbales de tamaña persona, fueron multitud de segovianos los que tuvieron que soportar el calvario de las imprecaciones de la Guadalupe a grito pelado en público, lo que creo que nos da cierta autoridad para al menos quejarnos en diferido. Dígaselo al expresidente de la Diputación.
Por último observo que a ustedes no las insultó despiadadamente en la calle avergonzándolas delante de la gente, si no estaría seguro de que no se hubieran atrevido a hacer un panegírico en la defensa numantina de doña Guadalupe y su hermana.