Cada 25 de octubre, centenares de devotos de San Frutos acuden a su ermita, situada en el corazón de las Hoces del río Duratón, a venerar al patrón de la diócesis de Segovia en un espectacular paraje donde la tradición sitúa al ermitaño a finales del siglo VII y comienzos del VIII.
El perfil de los peregrinos que van a este recóndito lugar resulta muy heterogéneo. Vecinos de los pueblos colindantes, segovianistas que quieren descubrir y palpar las raíces históricas de su tierra; gentes de la capital de la provincia deseosas de pasar un día en el campo, miembros de la Hermandad de San Frutos…
Pero vayamos por partes. En los últimos años, cada vez es mayor el número de personas que llega a San Frutos por caminos desde los lugares más cercanos. Desde Burgomillodo (núcleo perteneciente a Carrascal del Río), mañana partirá una marcha a las 09,30 horas, después de que el centro de turismo rural ‘Rincón de las Hoces’ ofrezca un chocolate a los participantes, que rondarán el medio centenar. “Irá gente de todas las edades”, vaticinaba ayer la alcaldesa de Carrascal del Río, Henar de Pablo. Lo mismo acuden niños de menos de 10 años que octogenarios. El de mayor edad siempre es Marcelino Gómez, que ya está tocando los noventa.
En Sebúlcor también se está implantando la costumbre de ir andando a San Frutos. Se va por las ruinas de la ermita de La Calleja, donde se cruza el Duratón, siguiendo por el convento de Nuestra Señora de la Hoz y ascendiendo por los cortados, hasta dar con una vereda que lleva a la ermita. En total, unas dos horas y media de camino, a buen ritmo. Este año, el número de inscritos es de 15.
En Valle de Tabladillo, la cifra se ha reducido este año, por aquello de que, al caer San Frutos entre semana, los hijos del pueblo que viven en Madrid no podrán acudir. En cualquier caso, la alcaldesa, Juana Lobo, afirmaba ayer estar dispuesta a liderar la expedición, de una decena de personas. El camino, que pasa por Hinojosas del Cerro, es duro, y requiere invertir unas dos horas, aunque ello no amilana nunca a Rufina Poza, la peregrina de mayor edad.
La ermita es el lugar de encuentro de todos estos romeros del entorno de San Frutos, a los que se unen los del resto de la provincia. Estos últimos serán, previsiblemente, el ‘público objetivo’ que a partir del próximo año utilice el itinerario entre Segovia y la ermita que están impulsando la Junta de Castilla y León y la Diputación de Segovia, recogiendo así una idea lanzada por EL ADELANTADO.
La misa mayor (en la explanada, si el tiempo lo permite) será a las 12,30 horas. Después, la procesión, que pasará por el puente de “la Cuchillada”, legendario escenario en el que san Frutos marcó una línea cuando llegaron los musulmanes. Dice la tradición que la tierra se abrió al instante, formando una gran hendidura que impidió el paso de los jinetes invasores. En la procesión no pueden faltar las jotas segovianas ni la música de dulzainas y tamboriles.
Y por la tarde, la ermita volverá a quedar tranquila, con la sola compañía de algún grupo de amigos deseoso de alargar la jarana y que a las 20,00 marchará al baile público de Burgomillodo, amenizado por la orquesta ‘Códice 2’.
