María Arroyo Ares es la Reina de las fiestas 2025 en Santa María La Real de Nieva. Es una enamorada de su pueblo y vive con especial ilusión este momento. “Vivo aquí, en Santa María, me he criado aquí y me hace especial ilusión este año el poder representar en estas fiestas a la juventud y a todo el pueblo. Estoy muy feliz. Mi familia es de Santa María por parte de padre y mi madre vino de Madrid y se quedó aquí”.
La Reina 2025 estudia doble titulación de Educación Primaria y Educación Infantil en Segovia. “Los transportes están regular. Las frecuencias de paso de los autobuses son escasas. Yo me veo obligada a llevar el coche porque si no, no puedo cuadrar los horarios. Los jóvenes tenemos ese problema, así es que unos se tienen que ir a vivir fuera y otros nos apañamos con el coche”, cuenta María.
Le encantan las fiestas, y sobre todo, el rito. “Aparte de los espectáculos que haya por las noches, las orquestas o los dj, tenemos muchas cosas muy bonitas en Santa María. Tenemos los cirios y las procesiones a la Soterraña, donde la gente se entrega muchísimo. Somos un pueblo con mucha devoción a nuestra Virgen. Todos los actos que se realizan son emocionantes, y merece la pena verlos. El día 7 son “los cirios”. María se refiere a la Ofrenda de Los Cirios, una tradición declarada manifestación Tradicional de Interés Cultural provincial. Según explica el Instituto de la Cultura patrimonial Segoviana: “dos pedidoras, en representación de cada una de las cuatro calles principales de la población (calle Segovia, Mayor, Miguel Ibáñez y Ochando), recaudan fondos destinados a la cofradía de la Virgen de la Soterraña. Los vecinos de cada una de las calles llevan un cirio a la virgen que es transportado por dos jóvenes vestidos con trajes típicos. Al salir cada uno de los cirios de las tres primeras calles, toca una banda de música y la gente baila y toma el refresco que ofrecen las pedidoras. Entre el acompañamiento figuran las propias pedidoras, ataviadas con el traje tradicional o con la mantilla española. Al llegar a la iglesia, el párroco recibe el cirio que es conducido hasta el altar mayor tras dar una vuelta por el interior de la iglesia. En ese momento cesa la música y, tras el silencio que impone el ‘toque de la esquililla’, una ‘cantarina’ acompañada por una pandereta entona unas coplas en honor a la virgen para pedirle favores o agradecerle los ya recibidos”.
María confiesa que “son tradiciones de hace muchos años y en un orgullo formar parte de ellas y hacer que se mantengan”.
Ahora el testigo de las tradiciones está en manos de los jóvenes como María, como Celia Díez o como Lucía Muñoz, las damas de este año, que intentan que la tradición continúe. “No quiero que se pierdan estas tradiciones que tenemos. Me gustaría que la gente siga viniendo a disfrutar de las fiestas para que no se olvide el pueblo. Pasa que cada año se va más gente y quedamos menos, pues mi deseo sería que los que se van, siguieran viniendo a disfrutar de su pueblo, de sus fiestas y de su gente, y que los que nos quedamos pudiéramos hacer la vida aquí. Yo estoy tan contenta en el pueblo que me gustaría el día de mañana seguir viviendo en él. Me he criado aquí y estoy aquí muy feliz y muy contenta”, concluye María.

