¿Qué nos cuenta en su nuevo libro “El pequeño dictador crece”?
Es el último libro de una saga real que nace en el año 1984 y yo descubro en un centro reformatorio que yo dirigía en Cuenca que había un chico que había pegado a su madre. Esto sorprendió mucho. Parece que es un tema muy moderno, en esos años ya había casos. En el año 2006 caso el libro “El pequeño dictador”, del que se vendieron 200.000 libros. Esto se produce porque hay una necesidad. El problema no va a menos, va a más. Se calcula que el 9 por ciento de los padres de España sufren violencia física de sus hijos, el 40 por ciento sufren violencia emocional, el 70 por ciento de los agresores son varones, el 100 por cien de las victimas son madres, la edad de eclosión del problema ronda entre los 16 y 17 años, ¿niveles socioeconómicos y culturales?, de todo tipo.
¿Cuál puede ser la razón de estos comportamientos?
La autoridad se ha diluido, no saber decir que no, no saber poner límites, padres que quieren comprar el cariño de sus hijos, padres que se dejan chantajear. O esa teoría estúpida de que todo puede traumar a un niño. Eso sí, los padres no son culpables, esto es un principio esencial del tema.
¿El pequeño dictador ha crecido?
Ha crecido en número y ha crecido en conocimiento, este libro lo que busca no es lo que hay que hacer, sino como hacerlo.
¿Qué esta fallando en la educación para llegar a estas situaciones?
La educación siempre es compleja, hoy educar yo creo que es más difícil, porque educan los padres, la escuela, los medios de comunicación, las redes sociales… Y hay un ambiente de que todo es discutible. Una cosa que falla es querer comprar el cariño de tus hijos, dejarse chantajear, querer hacer una democracia en el hogar, no tener criterios, la constancia, luego los aspectos laborales. Lo que hace falta es una base de normas y responsabilidad. Si me dices ¿cuál es el mayor error?, hacer del niño un rey. En mi residencia no hay teléfono, no hay ordenador, no hay tabaco ni alcohol. Hay analíticas y hay olivas para que las recojan. El primer día el chaval se mosquea, pero luego se siente bien. No cerramos nunca las puertas de las habitaciones.
¿Las redes sociales y las nuevas tecnologías como están influyendo en esta problemática?
Lo problematizan, si antes decías a un hijo tienes que venir a las doce y media de la noche, ahora hay mil colegas que les dicen que no hagas caso a tu padre. Ahí hay un efecto grupo muy presionante.
¿A que puede deberse el aumento del número de denuncias ante la Fiscalía General del Estado?
No creo que el problema que sea más, sino que la gente se ha enterado de que hay una puerta donde tocar. Se llama Fiscalía, ahora la gente va a la Fiscalía, antes la gente lo callaba. También es verdad que la gente que está en mi centro no dice donde está, dicen está en Suiza, en otro colegio. Los padres varones sienten vergüenza, sobre todo en poblaciones pequeñas, y las madres sienten hostilidad, una madre que ha parido a un hijo no asume que su hijo se le vuelva en contra, no lo puede entender. Luego el trabajo en grupo es muy llamativo. Antes quien tomaba decisiones y quien sancionaba era el padre, ahora clarísimamente es la madre.
¿Hay esperanza en casos como estos?
Sí, si no eres optimista no estaríamos en el ámbito de la educación. Se puede resolver, pero lleva tiempo. Nosotros con un chico trabajamos entre diez y doce meses, los hábitos son muy difíciles de extirpar. Hay que cambiar el puzzle entre los padres y los hijos. Pero siempre hay que ser positivos. Lo que hay que intentar conseguir es prevenir, educar correctamente. Una cosa que les produce mucho dolor a los padres es que los niños lloren, la vida es ponerse vendas, la vida es aburrimiento, es deslealtades, la vida es genial, perder a tu abuelo. Esa idea de que el niño sea feliz, es un horror terrible. Esta sociedad tienen muchos horrores, otro que todos los niños son felices, otro que los hogares son el mejor sitio del mundo, es dónde más violencia hay, en los hogares
¿Cómo ve la emisión de programas televisivos como “Hermano mayor” que hacen visible esta situación?
Me parece malo, pero ha venido bien. Ha permitido que la sociedad sepa que tenemos un problema. En España el tema aflorado. Me parece que el primer año está bien para que la sociedad sepa lo que nos acontece, pero cuatro años no. Eso ya es entrar en el morbo, es negativo, está teatralizado, no se me pasa por la cabeza pensar que hay dinero por medio.
Luego yo no sé, si en un pueblo tú sabes que este hijo pega a su madre, y todo el pueblo lo sabe, ¿Cómo trabajas luego esto? Eso si al chaval no le creas el efecto contradictorio de que pase a la fama.