Enmarcado en el ciclo de Los Conciertos de la Escuela de este 2016, el homenaje a Agapito Marazuela ha sido sin duda la cita más emotiva hasta el momento. Los alumnos de dulzaina y percusión de la Escuela Municipal de Música ‘Cecilio de Benito’, junto a sus profesores, llevaron a cabo un concierto lleno de significado que acercó la figura de este ilustre músico a los vecinos de Cuéllar.
El nombre de Agapito Marazuela es conocido por todos en la villa, pero son pocos los que realmente saben cuánto aportó a la música tradicional. Nació en Valverde del Majano en 1891 y supo aprovechar las manifestaciones de cultura tradicional en una época en la que los medios no posibilitaban su difusión como ahora. Gracias a su tesón y su trabajo, consiguió adentrarse en esta cultura, beber de ella y difundirla como el mejor de los maestros. En cuanto tuvo conocimientos musicales, los plasmó en el ‘Cancionero de Castilla’, una obra clave para los profesores y alumnos de dulzaina y tamboril que está presente en cada aula. Ha sido editado y reeditado en numerosas ocasiones por ser el libro del folklore castellano por antonomasia. “Todo el mundo está de acuerdo en lo que significa ese cancionero”, comentó el presentador del concierto, Juan José, miembro de la Banda Municipal y perteneciente al grupo de dulzainas. Además de amante de la cultura tradicional, Agapito Marazuela consiguió ser musicólogo, y un gran dulzainero y guitarrista. Según los datos ofrecidos en las explicaciones biográficas, que se intercalaron con la música en este concierto, parece ser que llegó a tocar la dulzaina a cambio de una remuneración que le permitiera continuar con sus estudios de guitarra. Así, logró ofrecer conciertos con todo tipo de figuras de renombre de la época.
Su ideología política condicionó su vida; comunista reconocido, fue encarcelado unos años y desterrado los siguientes en un pueblo de Ávila. Allí enseñó a tocar la dulzaina a Aureliano Muñoz, el molinero. Volvió a la cárcel y vivió prácticamente en la indigencia, pero su pundonor y constancia lo mantuvieron a flote. Sus dificultades comenzaron casi en los inicios de su vida, y la marcarían igualmente. Una meningitis a los 4 años ya le provocó problemas de visión que arrastraría de por vida con una reducción de la visibilidad muy importante. Pero tampoco le frenó. Autodidacta y capaz de aprender de los dulzaineros que le rodearon y alimentaron su interés por la música, seguro que ninguno de los que compartieron jotas con él supo a quién estaba formando.
El concierto homenaje innovó en las maneras al entremezclar imágenes, vídeos, grabaciones de audio y diapositivas con su música interpretada por alumnos y profesores. Como manifestaron desde la Escuela de Música, la iniciativa vino motivada por la necesidad de dar a conocer la vida y obra de Agapito Marazuela, por lo que combinaron perfectamente ambas en un reconocimiento a su labor. Los tamboriles resonaron al son de las dulzainas, pero también contaron con la participación de alumnos de canto y guitarras, entre otros instrumentos que se sumaron al homenaje. No faltaron ‘La Entradilla’ y otras de sus obras más famosas, tantas veces interpretadas en Cuéllar y en toda la comunidad, pero quizá con más sentido que en otras ocasiones en este recital homenaje.
La labor encomiable de los docentes de la escuela y sus grupos de alumnos aportó algo más a la cultura de todos los asistentes. Asimismo, este homenaje cobró mayor importancia en un año en el que la Escuela Municipal de Música celebra su XX aniversario y sigue aportando a la cultura tanto como esta figura de la tradición.
