Sara Pérez Herrero, enfermera durante ocho años en el Hospital Gómez Ulla de Madrid y camarera en Cantimpalos, cuenta sus vivencias y experiencias personales con estas dos profesiones tan arraigadas en ella. Dos fotos, dos sitios totalmente distintos y a la vez tan iguales. Curar y hacer feliz a la gente de distinta manera. Dos de los sectores más golpeados durante esta pandemia.
Sara afirma que “mucho antes de ser enfermera soy camarera”. “Gracias a todo lo que aprendí tras la barra me he convertido en la enfermera que soy ahora. Como dice mi padre, la gente viene a pasárselo bien y eso es lo que intento yo día tras día en la UCI, hacerles sonreír pese a todo lo que está pasando”.
Cuenta que desde que todo empezó, “mi corazón está partido, intentando pensar la mejor manera para que los dos mundos se equilibren, para que no se culpabilice a la hostelería de todos los contagios, porque ellos hacen todo lo que está en su mano y cumplen las normas. Y para que a la sanidad no se nos acuse de inventarnos algo que sufrimos día a día”.
La cantimpalense dice que “la única manera que pienso que puede cambiar es siendo responsable a nivel individual y autocrítico con lo que hacemos; porque una cosa sí que tengo clara, que tenemos la mejor sanidad y hostelería del mundo y eso no se perderá jamás».
