En marzo de 1996 tuvieron lugar en la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce las segundas ‘Jornadas sobre la Conservación del Patrimonio Artístico Segoviano’. En ellas, el reputado arquitecto Fernando Chueca Goitia expuso unas reflexiones a las que tituló ‘ Segovia o el dulce vivi’.
En 2020 y con igual denominación, la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce, el Ayuntamiento de Segovia y Turismo de Segovia reprodujeron estas reflexiones en un bello opúsculo de 34 páginas y doce bonitas fotografías realizadas por Juan José Bueno Maroto, Juan Ignacio Davía San José y Juan Pedro Velasco Sayago.
Curiosamente en su portada, debida al primero de los fotógrafos citados, aparece un grupo de personas caminando por la calle de Cronista Lecea de Segovia. A su cabeza aparece un servidor como representante ilustrativo de los segovianos del dulce vivir. A la derecha, un can sentado apaciblemente en una gran barrica, contempla tranquilamente el paisaje urbano.
Hace poco tiempo que esta agradable publicación ha caído en mis manos, sorprendiéndome gratamente. Y dado que mi persona parece protagonizar el dulce vivir segoviano, me permito escribir estas líneas, inspiradas en dichas reflexiones.
No he podido averiguar quien dijo que este mundo era una catástrofe ambulante. Pero no es óbice para que esto no sea así. En este gigantesco ómnibus esférico, cada cual lleva su cruz como puede. Y con un poco de acierto, puede aligerar su peso e, incluso, obtener una vida dulce como la que Chueca Goitia percibe en Segovia.
GENTIL, DICE QUE ES LA CIUDAD DEL ACUEDUCTO. Y, en cuanto a su imagen, no cabe duda de que se mire por donde se mire, resulta impresionante. De día y de noche. Con Sol y con el cielo cubierto, Da igual, siempre aparece magnífica.
No escatima elogios, le preocupa su deterioro y su posible destrucción. Aboga también por su adaptación a la vida moderna y rehúye de la ciudad museo, que aceptaría solo como último recurso.
Parece interesarle, de manera especial, el goce estético de la ciudad y su relación con el pasado. Reconoce que en la ciudad se convive y revive porque es el “relicario de nuestros recuerdos.”
Estando de acuerdo con todo ello, pregunto: ¿Ha sido Segovia siempre lugar de dulce vivir? Rotundamente no. La urbe, las urbes, cambian con el tiempo. Veamos, si no, una comparativa de medio siglo a partir de los versos que bajo el epígrafe de ‘Un minuto de poesía’ publiqué con el título de ‘Esta ciudad’, el martes 7 de septiembre de 1976 en ‘El Adelantado de Segovia’.
/Segovia, altas torres,/ (Ciudad de torres dice Chueca Goitia. “unas eclesiásticas y otras señoriales”) /fría cárcel de la ETA,/ (este edificio ahora es un centro cultural) /sol radiante, pintores/ (el sol de Segovia y el cielo son consustanciales con la ciudad y los pintores, lo mismo. (Un ejemplo: los más de cien años de los Cursos de Pintores Pensionados del Paisaje de Segovia con varios patrocinadores.) /Y muchas tascas que son/ /buen refugio del poeta./ (Tascas no sé si quedará alguna, ahora lo que hay son bares , aunque alguno se llame tasca y los poetas ya no nos refugiemos en estos locales. Ahora lo hacen los estudiantes y más bien en terrazas.)
/Logomaquia en el café/ (Ahora las conversaciones se hacen en los bares y sus terrazas) /Emporio del souvenir/ (No han aumentado mucho estos establecimientos) /turistas, algún calé/ (estos si han crecido exponencialmente, sobre todo los fines de semana. En cuanto a los calés, su presencia no es significativa) /Merendero de Madrid;/ (y gracias) /Vagar de jubilados/ /en triste ir y venir/. (Triste no lo sé, pero alegre, tampoco. Más bien, como ejercicio saludable.)
/Invierno interminable/ (Ahora no es tan riguroso y se ha cambiado el brasero de cisco por la calefacción a gas o eléctrica). /inseguro porvenir/ (igual que entonces, los segovianos tienen que salir fuera en busca de trabajo) /censura lamentable/ (como entonces, según y cómo.) /Monjas, curas, caqui, gris;/ (Ni monjas, ni curas, ni militares se ven ahora por las calles con la abundancia de entonces y en cuanto a la policía se hace notar con las sirenas de sus coches a gran velocidad.) /marco de mil amores/ /de verano con buen fin/ (ahora, en todo tiempo porque entonces, en invierno, no había quien parara por la calle.)
/Báratro del obrero,/ (Se ha reducido mucho el esfuerzo humano debido a la mecanización) /amor a la tradición,/ (más que a la tradición se siente creciente interés por el patrimonio cultural en todas sus manifestaciones.) /cátedra del logrero; / (Los pícaros del Azoguejo perseveran después de los siglos.) /arte magno a discreción/ (Es evidente que en Segovia todo tipo de arte, desborda lo imaginable)
/Máximo altar del mito y/ (San Jeroteo, San Frutos, María del Salto y la misma fundación de la ciudad por Hércules, entre otros) /palos a la oposición/ (palos no, pero falta de respeto, generalizada) /Clara luna, cuestas mil, / (La claridad de la luna también es consustancial con Segovia y da motivo a celebraciones, en cuanto a las cuestas siguen siendo mil, ni una más ni una menos.) /chismes para la vieja/ (Esto se ha modernizado a límites insospechados con la telebasura. /ambiente grato y sutil/ (Sigue siendo verdaderamente cordial) /cuna de la conseja, / (Nadie se la cree y se toma como cosa curiosa, pero todos sabemos que brujas, haberlas haylas. )
/Gastronomía de lujo/ (Hay de todo e incluso con apuestas novedosas de alta cocina) /inasequible al poeta/ (¿alguien vive solo de la poesía? /Así es a mí entender/ /esta increíble armazón/ /pétrea que me vio nacer, / /que hiela mi corazón//al querer describirla/ / con la luz de la razón,/
A primera vista parece que la ciudad se ha conservado para deleite de los amantes del dulce vivir. Algunas cosas han mejorado y otras no. Pero parece estancada y a años luz del dinamismo exagerado de Nueva York, París, Londres y últimamente, Madrid. Ciudad que no gana habitantes no progresa. Tal vez la configuración del terreno tenga algo de culpa.
Reflexiona Chueca Goitia muy especialmente sobre la convivencia. Con los vivos ya se ha visto que nos llevamos bien porque somos muy ‘majos’. Pero se queda corto con los que nos han precedido.
Veamos: Mi casa está en la judería y se levanta sobre los gruesos muros de un palacio derruido. Algunas de estas paredes tienen 1,20 metros de anchura. En la época en que el anterior edificio estuvo en pié, sus habitantes fueron vecinos de Juan Bravo, Abraham Seneor, Andrés Laguna (1) y otros personajes menos conocidos. Hasta es probable que unos y otros se visitaran, y en algunos momentos, cohabitaran en las mismas habitaciones.
Mi convivencia no se detiene, pues, en lo contemporáneo, si no que ahonda en la vida que se desarrolló, especialmente en los edificios señalados. Y también en otro aledaño y en pie del siglo XV que en tiempos fue proindiviso con el que ahora ocupo. En ambos vivieron mis padres, mis abuelos e incluso en el segundo, nací yo y recuerdo corretear por aquellas grandes salas.
Segovia será dulce o amarga según los momentos tranquilos o turbulentos por los que pasó la ciudad y las vivencias de cada cual en su tiempo, pero eso sí, siempre, como “relicario de sus recuerdos”, en decir de Chueca Goitia.
Termino con la canción popular con la que El Nuevo Mester homenajea a nuestras mujeres y que Gabriel María Vergara recogiera en su cancionero: Con una buena enagua/ y un buen refajo,/ hace una segoviana,/ bailar a un santo.
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(1) Enterrado en la capilla de Los laguna, parroquia de San Miguel, en la que se halla la pila bautismal donde fui bautizado.
* Académico Honorario de San Quirce
