El ciclismo en pista comenzó con fuerza en 1896, cuando los Juegos Olímpicos de Atenas le abrieron sus puertas por vez primera. En aquella primera ocasión participaron 19 ciclistas. Fue curioso el ver cómo en la prueba en línea de los 100 kilómetros (12 horas corriendo), solo se presentaron en la salida dos corredores. El atractivo por la bicicleta había comenzado en España en 1895. Se vendieron ese año 200.000 unidades y 300.000 en el siguiente, según los datos recogidos de la Biblioteca Nacional.
En Segovia los primeros pasos para construir un velódromo se dieron en el mes de diciembre del año 1895. En esa fecha se presentó en el Ayuntamiento una moción del entonces concejal Ramírez Díaz para ‘la construcción del descrito tipo de instalación en la Plazuela de El Alcázar’. Pasó a la comisión correspondiente y ahí se atascó, aunque en el lugar aún no estaba construido el monumento a Daoiz y Velarde, que llegó a principios del siglo XX por el extraordinario trabajo de Aniceto Marinas García.
La idea inicial ubicaba el velódromo en la Plazuela del Alcázar, donde ahora se ubica el monumento a Daoiz y Velarde
Pasados unos meses, y ante el silencio administrativo, hubo que empujar desde la iniciativa privada. Y fue ahí donde se inició el camino para que la ciudad contara con una instalación deportiva pionera en España.
El Carpetano (periódico semanal nacido en Segovia bajo la dirección del médico José Ramírez Díaz, que salió todos los jueves de los años 1891 a 1898), daba cuenta en su número de 30 de julio de 1896 de la inauguración el día 26 del mismo mes del primer velódromo conocido en Segovia y uno de los primeros de España, ya que en Bilbao se había inaugurado uno tan solo un mes antes, y ya estaban por entonces los de Madrid y Barcelona. El más famoso de todos, El Tirador de Palma de Mallorca, se construyó en 1903.
El referido recinto deportivo segoviano se había construido en el barrio de San Millán, entre el Camino Nuevo y La Piedad, en el lugar donde durante muchos años después estuvo la fábrica de madera conocida como ‘Los Columbas’, propiedad (extremo aún sin confirmar) del constructor segoviano Moisés López Gómez, y que hoy sirve de aparcamiento.
Fue en esa zona donde hace poco más de 127 años se llevó a efecto la inauguración del velódromo. Instalación que debería haber sido bautizada con el nombre de su impulsor y mecenas, el ciclista segoviano y empresario hostelero Manuel Matos del Pozo, siendo él quien presentó el proyecto y lo llevó adelante. De ello dejaba constancia ‘El Sport Velocipédico’, semanario deportivo publicado en Madrid. El recinto era de cemento, el material más usado en estas construcciones, ya que los de madera se instalaban en lugares cerrados.
A la inauguración acudió la infanta Isabel. Los organizadores, sabiendo que estaba en La Granja, le enviaron una invitación especial y ésta accedió. Llegó acompañada de los marqueses de Nájera y no faltaron a su alrededor la totalidad de las autoridades. La Infanta acababa de cumplir 44 años, ya llevaba veinte de viuda, y vestía un ‘luminoso’ traje de color rosa. Los organizadores del acto habían construido un ‘palco’ a la entrada del recinto donde se ubicaron tanto la infanta como los acompañantes y autoridades. El lugar no daba para más.
Acabadas las carreras, la infanta y séquito pasearon por el Salón, descendieron por la calle Real y llegaron hasta el Azoguejo, donde esperaba el carruaje que la trasladó a La Granja.
La infanta Isabel acudió a la inauguración que se llevó a cabo el 26 de julio de 1896 bajo una gran expectación
‘La concurrencia al espectáculo –cuenta el periódico-, fue numerosísima. Desde La Granja llegó una gran parte de su colonia veraniega y, junto a ellos, muchísimos espectadores que se ubicaron como pudieron en los altos que rodeaban el Velódromo. Las pruebas fueron seguidas con entusiasmo, a veces desbordado, ya que era la primera vez que se desarrollaba en Segovia un programa de ciclismo en pista y nadie salió defraudado’. Las caídas, producto del exceso de velocidad, fueron múltiples. Pero todas ellas se saldaron afortunadamente sólo con rasguños, no en vano la especialidad de la pista no era dominada por todos los ciclistas.
El periódico La Tempestad, inventado y dirigido por Vicente Rubio, que ya había dirigido con anterioridad ‘El Moscardón’. publicó la noticia con entusiasmo. Así, en uno de sus muchos ‘truenos’ con el título de ‘El pedal en Segovia’, escribía:
¡Ya tenemos velódromo!/
Ya los ciclistas tienen donde ir luciendo las pantorrillas,/
Dando con fuerza al pedal mientras corre la bicicleta./
Como por el ciclismo siento aficiones/ he de ser un ciclista de los mejores que habrá en España…
¡Cuando hagan cuatriciclos son salón cama!
El redactor encargado por La Tempestad de dejar constancia de la primera carrera en el nuevo velódromo fue Silverio de Ochoa y Ferreiro. periodista de ‘largo recorrido’, que escribió en varios periódicos segovianos y fue corresponsal de otros tantos editados en Madrid, donde falleció en 1905.
Algunos pasajes de su extensa crónica recogen lo siguiente: ‘Las carreras de bicicletas, con las que se inauguró el nuevo velódromo segoviano acogieron a una concurrencia numerosa, entre la que se encontraba la Infanta Isabel…’.
Las primeras pruebas en pista
El programa de carreras comenzó a las cuatro de la tarde, con el sol en todo lo alto. El jurado estaba presidido por Manuel del Campo, director de la revista El Veloz Sport, que había nacido en Madrid el año anterior, fusionándose en 1897 con el Sport de Barcelona. Otros miembros del jurado fueron el director de El Deporte Velocipédico, revista semanal ilustrada, de la que era propietario y director José Mª Sierra y redactor jefe Luis Marqués. Junto a ellos llegaron aficionados y periodistas de Madrid, que en un grupo de diez habían llegado después de recorrer la distancia entre la capital y Segovia en bicicleta. Sierra, a su vez, era propietario del velódromo de Madrid, construido junto a los terrenos del Hipódromo.

En la prueba inicial sobre una distancia de 2000 metros fue vencedor el madrileño Gustavo Sierra, que en la primera serie se había caído, marcando un tiempo de 3’35’’. Manuel Matos se hizo con el campeonato provincial sobre 4.000 metros con un tiempo de 6’50’’.
La primera serie del campeonato nacional, sobre 3.000 metros, fue para Carlos Elgueta con un crono de 5’15’’. En la segunda serie se impuso Manuel Matos con un tiempo de 6’50’’. En la final sobre 5.000 metros Matos fue primero, y Elgueta segundo.
A las 18.30 horas acabó el espectáculo. El éxito fue rotundo para el segoviano Matos, al que sólo falto salir a hombros.
De él escribió Silverio de Ochoa en La Tempestad:
‘El campeón segoviano Manuel Matos ha logrado,
luchando con heroísmo,/ ser en Segovia nombrado/
el campeón de ciclismo.
Lo ha merecido a conciencia y mi aplauso es para él,/
Pues pocos en resistencia le ganara a Manuel’.
Los elogios le llegaban al corredor segoviano no sólo por el éxito del velódromo, en el que durante unos años (pocos) no faltaron carreras, sino también por sus éxitos individuales. Así, en septiembre de 1896, se disputó en Valladolid el campeonato de Castilla la Vieja, donde consiguió la primera plaza y proclamarse campeón, superando en meta a José Romero y Leopoldo García, que fueron segundo y tercero.(‘El Deporte Velocípedo’, 30-9-1896).
Manuel Matos fue el ciclista segoviano más destacado de la época y el principal impulsor de la instalación
en la ciudad
También destacable fue la actuación de Matos en la carrera Madrid-Toledo-Madrid, de 136 kilómetros. El ganador fue Carlos Elgueta, ocupando el segoviano la novena posición entre 60 corredores.
Recordando aquellos tiempos, se deja constancia de aquellos corredores, no todos, que en Segovia organizaron y participaron en diferentes pruebas, Salvador Pérez, Ceferino Avecilla, Manuel Gilmartín, Manuel Matos, Julio Duque, Juvenal Rioperez, Alejandro Bermejo, Terradillos, Juan Rubio… demostrando así que existía afición y ganas de competir. Para muestra, un botón: Entre Matos y Avecilla había ‘pique’. Ambos lo saldaban con humor. Así, pocos días después de la inauguración referida, con apuesta de que el que perdiera pagaría el almuerzo, organizaron una prueba de 26 kilómetros en línea. Avecilla tuvo la ‘mala suerte’ de caer en el kilómetro seis, por lo que Matos hubo de hacer todo el recorrido en solitario. Lo completó en 65 minutos.
Tomando como referencia que entre amigos si hay apuesta el que pierde paga, la comida se desarrolló en la fonda ‘El Águila’ (1) ubicada en la Plaza Mayor, pero… no fue mesa para dos, ya que al final hubo invitados en número de nueve: Manuel del Campo, director de ‘La Veloz’ y Conde de Zenete (‘jurado’ de la prueba), los ciclistas Terradillos, Duque y Rexach y los periodistas locales Vicente Rubio, José Ramírez, Silverio de Ochoa y José Rodao.
