Sobre una inmensa mesa de luz, similar a la que antes de la llegada de la tecnología digital utilizaban los fotógrafos para comprobar la calidad de sus negativos, una hermosa vidriera muestra sus secretos desmontada como si fuera un puzzle en el que cada pieza es encajada con mimo en el taller por los maestros vidrieros del equipo del vitralista segoviano Carlos Muñoz de Pablos.
Esta vidriera volverá en breve a cubrir alguno de los vanos de la nave central de la Catedral de Segovia, una vez que culmine el proceso de restauración que le devolverá su esplendor inicial, del que ayer fueron testigos cerca de una treintena de segovianos que participaron en la visita enmarcada en los «Domingos de Patrimonio«, organizado por la Empresa Municipal de Turismo.
Como si se tratara de una operación militar, Muñoz de Pablos quiso iniciar el didáctico recorrido por las 160 vidrieras en la Catedral, donde ayudado con un mapa de situación de las vidrieras, explicó a los asistentes las características de un conjunto que, si bien no es muy grande en extensión -cerca de 400 metros cuadrados- si lo es en importancia., ya que junto a las catedrales de Granada y Salamanca conserva una de las mejores colecciones de vidrieras manieristas del siglo XV de toda Europa.
El vidriero segoviano, al que el Cabildo Catedral ha encomendado esta compleja labor de restauración, explicó a los asistentes que la vidriera «no es un arte portátil, sino vinculado a la arquitectura, porque su función es la de cerramiento de un vano, pero en el caso de la vidriera va un poco más allá, ya que la luz tamizada a través de los distintos colores del vidrio sirve para iluminar y tamizar los distintos ambientes del templo».
Por ello, artistas como Pierres de Cheberri o de Holanda, Gualter de Ronch , Nicolás de Holanda y Nicolás de Vergara quisieron añadir a la intención catequética de las escenas representadas en las vidrieras, en las que se representan escenas del Nuevo Testamento, un especial tratamiento de la luz a través de los distintos colores y texturas de un vidrio cuyo proceso de elaboración tiene tanta importancia como el de creación de las propias piezas vidrieras.
Muñoz de Pablos explicó que una de las principales preocupaciones de este ambicioso proyecto es respetar al máximo el programa iconográfico elaborado por Juan de Danís y Francisco Herranz, en el que se determina cómo deben de ser las vidrieras, aunque en algunos caso su estado de conservación obligará a los artesanos vidrieros segovianos a recrear ambientes e incluso a hacer nuevas intervenciones, siempre respetuosas con el entorno histórico en el que están enmarcadas.
De este modo, aseguró que el planteamiento para este trabajo es el de realizar “una restauración pulcra, en la que no tengamos nada que envidiar a nadie, y que no se centre únicamente en la recuperación de elementos originales y en su posterior mantenimiento, sino en la integración de una vidriera que resulte contemporánea». Además, previamente al tratamiento de las vidrieras, se ha desarrollado una labor preventiva de sujeción y estabilización para evitar mayores deterioros en aquellas en las que se vaya a intervenir de manera menos inmediata.
Desde la Catedral, el grupo de visitantes se trasladó hasta el estudio del vidriero segoviano, que ocupa actualmente lo que fue uno de los almacenes de la antigua fábrica de harinas «La Pilarcita» y que hoy es uno de los talleres de vidrio más prestigiosos del mundo.
Con su proverbial tono didáctico y acompañado por sus hijos con los que trabaja en este proyecto, Muñoz de Pablos mostró las distintas técnicas que emplea para la restauración de las vidrieras, que incluyen un novedoso tratamiento de limpieza basado en el empleo del agua.
Una restauración con luz y taquígrafos
Desde el primer momento en el que el Cabildo de la Catedral le encomendó la tarea de restaurar las vidrieras, Carlos Muñoz de Pablos entendió que la importancia de este proyecto trasciende lo meramente artístico y patrimonial, y supone una inmejorable oportunidad para dar a conocer y poner en valor un tesoro visible pero poco conocido en el marco de la Catedral.
Por ello, la intención del equipo que dirige el Premio Castilla y León de las Artes es de emplear la Capilla de San Gregorio de la Catedral como lugar de exposición temporal de aquellas piezas vidrieras ya restauradas antes de volver a su lugar original, acompañadas por una serie de documentos explicativos tanto del proceso como de su historia e iconografía.
Mas adelante, De Pablos se plantea realizar una publicación detallada en la que se contenga todas las obras restauradas.
El objetivo final de esta idea es que en los cinco o seis años que se empleará en el desarrollo de esta restauración , los segovianos “puedan ver cómo estamos trabajando sin trampa ni cartón, ya que creo que es muy importante no sólamente poder recuperar este patrimonio, sino que los segovianos lo conozcan para que lo puedan valorar.”.
