La capilla ardiente de Luis García Berlanga ha vuelto a abrir sus puertas a las diez de la mañana en la sede de la Academia de Cine para que compañeros de profesión, amigos y representantes de la sociedad española se despidan del cineasta que será enterrado a las tres de la tarde.
Unos minutos después de la apertura llegaban los primeros ciudadanos anónimos a mostrar sus respetos y rendir su último homenaje al cineasta, fallecido ayer a las 89 años.
Entre ellos Pilar Aguado, hija de unos de los operadores de cámara de Berlanga en las películas «Calabuch», «El verdugo» y «Los jueves milagro», «mi pade, si viviera, estaría aquí», comentaba que recuerda de niña estar en el «rodaje de un genio»
Otro, José María Caparrós, muy amigo de Berlanga, llegaba hoy desde Barcelona, porque en 2007 se encargó del prologó de su libro «Las grandes películas del cine español». «Luis era un hombre bueno y muy humilde, el cineasta más genuino de España. Ya había perdido la memoria y un día me pidió que le contara Calabuch, porque ya no se podía acordar. Pasamos un rato muy bueno juntos», comentaba.
Berlanga, responsable de hitos del español como «¡Bienvenido, Mr. Marshall!» (1952) o «Plácido» (1961), nació en Valencia el 12 de junio de 1921.
La muerte le pilló ayer domicilio madrileño «tranquilo» y mientras dormía, según explicaba su hijo José Luis a su llegada a la capilla ardiente de la Academia de Cine, de la que el cineasta era Presidente de Honor..
Una capilla por la que pasaron su familia, sus amigos y multitud de representantes del mundo de la cultura y de la política, desde la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, y el vicepresidente primero del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, a actores como Rosa María Sarda, Concha Velasco o José Sacristán y directores como Iciar Bollaín o el presidente de la Academia, Alex de la Iglesia.
