«Desde los escombros se oyen gritos de socorro de los que se han quedado dentro y los parientes se desesperan por la impotencia», relataba ayer la cooperante italiana de la Asociación de Voluntarios para el Servicio Internacional (AVSI) Fiammetta Cappellini, quien presenció el terremoto de siete grados de magnitud en la escala de Richter que arrasó en la noche del martes el oeste de Haití.
El testimonio de esta mujer narra «el panorama devastador» que impera en la isla caribeña y en especial en su capital, Puerto Príncipe, donde, según subrayó, «las calles se han convertido en una trampa». En toda la ciudad, «la gente se queda en la calle, unos porque ya no tienen casa y otros porque temen una nueva sacudida».
Cappellini explicó que se sucedieron dos temblores. El primero tuvo lugar alrededor de las 17,00 horas y, según puntualizó, fue «fortísimo y duró más de un minuto», tras lo cual, y «viendo que no había daños materiales relevantes», intentó volver a casa, aunque su coche estaba bloqueado, por lo que optó por regresar a la oficina y equiparse con agua potable, comida y otros productos.
En este momento fue cuando le sorprendió la segunda sacudida y, hasta aproximadamente las 22,00 horas, «la situación no se normalizó un poco».
«Los edificios más importantes habían desaparecido, bloques enteros de varios pisos estaban a ras del suelo y, un supermercado muy conocido, que a esa hora tenía que estar lleno de gente, estaba reducido a ruinas», indicó la cooperante.
Hacia la medianoche, relató Cappellini, consiguió llegar a su casa y encontrarse con su marido «tras más de dos horas de viaje para hacer menos de 10 kilómetros por carreteras impracticables». «La casa que estaba al lado de la mía ya no existía», contó, al tiempo que describió la situación que se daba en la capital. «Por las calles vagaban personas presas del pánico y de histeria, heridos buscando ayuda, luces de alta potencia colocadas para poder continuar con las actividades de rescate y todos los medios de la misión de la ONU movilizados para ayudar, aunque sus mismos trabajadores habían sufrido daños graves», puntualizó. «Rezad por este país en desgracia», concluyó la italiana.
Precisamente se teme que haya numerosas víctimas entre el colectivo de cooperantes y diplomáticos que operan en Haití, muy nutrido. Parte de él es la española Pilar Juárez, miembro del servicio exterior de la UE en el país caribeño, y que se encuentra entre los posibles desaparecidos tras el seísmo, según revelaron fuentes del Gobierno de Madrid.
Juárez, de 52 años y vecina de la localidad segoviana de La Granja de San Ildefonso, trabaja en uno de los edificios que ha sufrido serios daños, lo que ha suscitado la preocupación sobre su estado.
El alcalde de La Granja, José Luis Vázquez, confirmó que la familia de Juárez está sin noticias sobre su paradero, aunque manifestó su esperanza de que esté a salvo, después de que haya sido localizado uno de sus compañeros. Juárez forma parte del centenar de españoles que residen en Haití, en su mayoría cooperantes y agentes de la Guardia Civil y de la Policía Nacional que participan en la misión de la ONU en el país caribeño.
Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, Miguel Ángel Moratinos, concretó que aún no se dispone de datos «fiables» para descartar que hubiera víctimas españolas.
El jefe de la diplomacia nacional señaló que se han registrado numerosos «destrozos y hundimientos», aunque reclamó ser «prudentes» hasta disponer de información más contrastada.
