El cantante británico David Bowie falleció ayer tras luchar durante 18 meses contra el cáncer que padecía, según confirmó su hijo, Duncan Jones. La noticia había sido publicada previamente en el Twitter oficial del cantante y actor. “Lamento mucho y me entristece decir que es cierto. Estaré fuera de las redes durante un tiempo. Os quiero a todos”, escribió el hijo del cantante en su perfil en Twitter. David Bowie, de 69 años, “falleció hoy pacíficamente rodeado por su familia tras una valiente batalla de 18 meses contra el cáncer”, informó su Twitter oficial. “Aunque muchos de vosotros compartiréis esta pérdida, os pedimos respeto por la privacidad de la familia durante este tiempo de dolor”, añadió.
El mundo de la música, el mundo en general, llora la muerte del cantante, un icono de la música y también de la moda. Su muerte llenó de dolor a sus muchos fans y a artistas como Madonna, Iggy Pop, o Russell Crowe. El primer ministro británico, David Cameron, también rindió tributo al cantante, nacido en Brixton, en el sur de Londres, el 8 de enero de 1947. El camaleónico Bowie, que hizo de su música y su puesta en escena una forma de arte, irrumpió en las listas de éxitos en 1969, con el legendario ‘Space Oddity’ (que alcanzó el número 5 en el Reino Unido). 1972 sería el año en que Bowie comenzó a obtener una visión de la potencia del pop. El cantante, cedió en 2013 los derechos de su reconocido tema al astronauta canadiense Chris Hadfield, después de que éste interpretara la canción desde la Estación Espacial Internacional.
Pero su legado musical es una combinación de soul, pop, glam, música electrónica y disco que influenció a artistas tan heterogéneos como Lady Gaga hasta The Cure, U2, Pulp, New Order o Franz Ferdinand. También ha dejado una notable influencia en el mundo de la moda, en el que era rompedor creando su propio estilo, que fue reinterpretado por creadores de la talla de Gaultier o Gucci.
Camaleónico y ambigüo, Bowie es considerado uno de los mayores innovadores dentro de la historia del rock. David Buckley, su biógrafo, describió el impacto que creó en la década de los 70 al señalar que “retó al núcleo de la música rock de la época” y “creó, posiblemente, el personaje más importante de la cultura popular”, al referirse a Ziggy Stardust.
Bowie, quien fue productor discográfico y arreglista, también incursionó en el mundo del cine en películas como ‘El hombre que cayó a la Tierra’, ‘El Laberinto’, ‘La última tentación de Cristo’ y ‘El truco final’.
Bowie había mantenido un perfil bajo en los últimos años después de sufrir un ataque al corazón en la primera década de este siglo y su última presentación en vivo fue en un espectaculo en Nueva York en 2006. “Toda mi carrera sólo he trabajado un mismo tema”, dijo Bowie en una entrevista en 2002. “Siempre he optado por escribir por cosas como el aislamiento, el abandono, el miedo y la ansiedad, todos los puntos culminantes de la vida de uno”, explicaba.
Un camerino “gigantesco al que no entró nadie jamás”, una mesa “digna del medievo con manjares” como langosta y caviar que se renovaba intacta cada día y “una cantidad inmensa de tráilers y trailers” a las puertas de los escenarios son algunos de los recuerdos de Servando Caballar durante los tres conciertos en España en el año 1987 en los que su grupo Aviador Dro teloneó a la gran estrella británica. David Bowie ofreció dos conciertos en el Mini Estadi de Barcelona y otro en el madrileño Vicente Calderón con motivo de su gira ‘Spider Glass’. “Fue una experiencia fantástica, dentro de que no tuvimos la oportunidad de conocerle personalmente”, aseveró Caballar.
“Prácticamente llegaba con la limusina al concierto y se marchaba directamente, no hacía pruebas. Iba del hotel al escenario y del escenario al hotel, por lo que no tuvimos esa suerte de conocerle, pero compartir escenario con él fue toda una experiencia”, explicó. A pesar de esa falta de contacto personal, Caballar recordó entre risas “la pena” que sentían al ver cómo se desperdiciaba la comida que servían al artista en su camerino.
“Se veía una mesa gigantesca con toda clase de manjares y, aunque ponían regularmente toda esa mesa, nadie entraba al camerino ni los tocaban. Después del concierto, los encargados lo recogían todo y lo tiraban, sin dejar probar bocado. Nos daba pena todo este desperdicio”, recordó con humor Caballar.
