Tras los muchos escarceos que se vienen llevando a cabo por los partidos políticos en diversos foros y con parecida concurrencia, que cifra más por la fidelidad de las ideas que por la inquietud de conocimiento de programas de los adversarios, ( lo que hace que cada uno tenga sus propios e incondicionales seguidores exclusivamente), lo cierto es que el otro día tanto el PSOE de Pedro Sánchez, como el PP de Alberto Núñez Feijoo iniciaron más formalmente —según ellos— lo que pude considerarse la precampaña que despejará el camino –o no- hacia las elecciones de mayo, encaminadas a inyectar sangre nueva y músculo fuerte en Ayuntamientos, Diputaciones y Comunidades Autónomas. Tales actos ni han estado —como se esperaba— exentos de improperios ni de descalificaciones mutuas abriendo con ello una caja de ruidos que nos va a tener aturdidos hasta la llegada y escrutinio de semejante acontecimiento; ni ha servido para otra cosa que lo ya sabido.
El PSOE en el Auditorio del Pabellón de la Navegación de Sevilla. De rojo carmesí y oro arropado por los suyos firmemente convencidos sus registros por su demostrada fidelidad con el Partido. Llegaban desde la Giralda sevillana aires del pasodoble “Gallito” que, según las crónicas, Sánchez reducía a simples “ruidos” lo que no era sino una fuerte turbulencia derivada de las críticas adversas a sus reformas poco democráticas e incluso inconstitucionales algunas. Y desde la Maestranza ecos de los 1OO años de que el toro “Bombito”, de Guadalest, acabara con la vida del diestro “Valerito”-
Al otro lado de España, el PP de Alberto Nùñez Feijóo de blanco y azules de marineros (“háblame del mar, marinero…”) con su nueva guardia pretoriana estrenando ropaje de mando, al amparo del manto de la Virgen del Pilar. Tampoco le faltaron al gallego descalificaciones al uso (si bien más moderadas) que repetían un eco ya cansino de lamentos por el singular modo caudillista de legislar de Sánchez con el decretazo y la soberbia: alianzas con los proetarras, concesiones al independentismo y amoríos con el republicanismo, decisiones en la pandemia, la galopante inflación, la confrontación en Cataluña, las cuestionadas leyes del “sí es sí”, la de la interrupción del embarazo, las uñetadas en el Código Penal con la desaparición de la sedición o la Ley Trans, los indultos a responsables del golpe del 17 a nuestra Democracia, etc. Es decir que, según Feijoo, el tal ruido que oye Sánchez no sería sino el eco de un evidente ciclón del que nos quedará no poco que soportar hasta Mayo. Y después.
Al hilo de este inicio de precampaña destacaban dos cosas a tener en cuenta; que no es tal el “chocheo” de la perdiz que dice Sánchez sino un presagio de agrios debates. La otra, la constante aversión de Feijoo a un más que posible y necesario apoyo de Vox en el camino final hacia el belén que le espera (en el mejor de los casos) antes de ver despejada la parcela de la Moncloa. ¿si esto pudiera ser así, por qué ese pertinaz empeño en renegar tal posible y necesario soporte antes de tiempo? ¿no sería más prudente bajar el ruido antes de “cachar las nueces”?
En todo caso a nadie se le oculta ante la actual situación, la trascendencia que tienen para este país, su gobernabilidad y su integridad las próximas elecciones municipales, autonómicas y, sobre todo, generales. Mas lo que sí que parece claro –por el alboroto que puedan preparar los partidos hasta mayo- es que la mayor parte de la ciudadanía tiene ya decidido su voto, esperando eso sí, en algunos casos, el contenido de los programas políticos que precisamente por ese clamor de desprestigios, aparecen siempre opacados en un proceso como la campaña electoral (y más en ésta) en la que podrían desgranarse suficientemente sus propuestas para inducir el sentido del voto de los indecisos. Pero está visto- a juzgar por otras citas, que tal proceso descansa más, en cambio, en descalificaciones y necedades. Como preludio del debate de esta próxima confrontación se dibuja el reciente conflicto entre el Gobierno y la Comunidad Autónoma de Castilla y León a consecuencia de la interpretación de las competencias sobre la interrupción voluntaria del embarazo. Un ejemplo del calado de los próximos comicios que deberían sustentarse en la responsabilidad que exige una difícil encrucijada.
Y esto no ha hecho más que empezar.
