Comenzamos este nuevo año con la esperanza de que en un horizonte no muy lejano, finalice esta situación que no imaginamos vivir. Pero aún queda un arduo camino que recorrer, durante el que debemos ser muy prudentes y solidarios. Mientras tanto, quienes nos gobiernan han de tener altura de miras y ser previsores ante las consecuencias de la pandemia. Las sanitarias y sus derivadas requieren análisis y medidas profundas. Desde luego revisar y apostar por una sanidad pública de mayor calidad es una prioridad. Las económicas tendrán algunas similitudes con la crisis reciente, de la que estábamos saliendo cuando la naturaleza aparentemente nos sorprendió. Refiriéndome a nivel local, a mi juicio, hace una década no nos colocamos en una buena posición para la salida del anterior periodo crítico. No elaboramos un proyecto de futuro. Hoy se generan las mismas dudas sobre si cometeremos el mismo error; sobre si parchearemos la situación en espera de volver a vivir otra crisis económica similar; sobre si existirá un plan que conduzca nuestra villa a medio y largo plazo a una situación de prosperidad, bajo unas nuevas circunstancias. O si acabaremos exclamando como en Alicia en el país de las maravillas: “Con razón se te ha hecho tarde; este reloj tiene dos días de retraso”.
