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Parece que los off the record y los comentarios confidenciales pasaron a mejor vida desde hace tiempo. Todo un conflicto diplomático se desató ayer cuando el diario Libération publicó que el presidente francés, Nicolas Sarkozy, comentó de manera informal durante un almuerzo que tuvo con un grupo de diputados y senadores en el Elíseo a los que reúne de manera periódica desde noviembre para abordar la crisis financiera internacional que el jefe del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, no es muy inteligente.
El Ejecutivo galo se apresuró a desmentir tajantemente lo señalado en el medio, pero el daño ya estaba hecho, pues la noticia recorrió medio mundo. Y es que en el lote se encontraban también los máximos mandatarios de Estados Unidos, Barack Obama, y Alemania, Angela Merkel.
La información del rotativo que abrió la caja de los truenos era muy detallada. Según éste, fue al informar satisfecho a sus comensales de que la Administración española acababa de anunciar una drástica disminución de la publicidad en las cadenas públicas de televisión cuando Sarkozy aludió a su homólogo al preguntar a sus invitados a quién había puesto de ejemplo.
El diputado socialista Henri Enmanuelli dijo: «Se pueden decir muchas cosas sobre Zapatero». «Puede que no sea muy inteligente», apostilló Sarkozy. «Yo conozco personas que eran muy inteligentes y que no estuvieron en la segunda vuelta de las presidenciales», continuó el presidente aludiendo al socialista Lionel Jospin.
Luego prosiguió con uno de sus temas favoritos: «Además, en mi carrera política he ganado con frecuencia a gente de la que se decía que era más inteligente y había estudiado más que yo», presumió el inquilino del Elíseo. Los asistentes al almuerzo pensaron en su antiguo rival, el cultivado primer ministro de Jacques Chirac, Dominique de Villepin.
La conclusión de Sarkozy fue, por tanto, que «lo importante en la democracia es ser reelegido», momento en el que puso como ejemplo al primer ministro italiano, Silvio Berlusconi. «Miradle, ha ganado ya tres veces».
El jefe del Estado galo se jactó también de haber llevado a su terreno a la canciller alemana, Angela Merkel, inicialmente reacia a lanzar planes de estímulo económico para hacer frente a la crisis, y no olvidó criticar al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, a quien consideró «totalmente ausente del G-20», según el relato del prestigioso diario del país vecino.
Los primeros pasos en la escena internacional del nuevo presidente norteamericano, Barack Obama, tuvieron igualmente su espacio en la conversación de Sarkozy durante la comida en el Elíseo. «Obama es un espíritu sutil, muy inteligente y muy carismático, pero ha sido elegido hace dos meses y no ha gestionado un ministerio en su vida, por eso a menudo no sabe dónde posicionarse», espetó.
antecedentes. No es la primera vez que el mediático político está en el ojo del huracán. Hace unos meses, el Gobierno germano pidió por vía diplomática al líder conservador que se abstuviera de las muestras excesivas de afecto con la canciller, pues a ésta le habían incomodado mucho su constante contacto físico.
Las reacciones no cesaron a lo largo de todo el día. El PP aprovechó estos comentarios despreciativos para denunciar el «escaso» peso en Europa que tiene la Administración Zapatero y, de paso, hacer un poco de campaña electoral para los comicios del 7 de junio. Para el responsable de Comunicación del partido, Esteban González Pons, «puede que Sarkozy tenga razón», si bien reclamó defender a Zapatero de burlas como ésta.
Pese al comunicado oficial de París, nadie duda de que realmente sucediera lo que se cuenta en el periódico. Hay 24 sospechosos: los parlamentarios invitados a la reunión. Al parecer, uno de ellos fue anotando literalmente las declaraciones de Sarko.
Además, para más inri, uno de los posibles chivatos, el político del Grupo de los Verdes François de Rugy, sostuvo en su blog que no debe interpretarse erróneamente el comentario que el mandatario galo hizo acerca de la inteligencia de su homólogo español. Para él, «estaba muy claro» que todo era un elogio y un irónico ataque a los socialistas de su país.
