Con la sombra del ascenso de la ultraderecha en Francia, y con los dos candidatos a presidente pendientes de atraer a esos votantes del Frente Nacional, que se hizo con el 18 por ciento de los apoyos en la primera ronda del pasado domingo, la formación que lidera Marine Le Pen está tomando excesivo protagonismo, pese a quedar eliminada de la segunda vuelta. Eso sí, el aspirante a la reelección, Nicolas Sarkozy, ya dejó bien claro ayer que, en caso de vencer en los comicios del próximo 6 de mayo, en su Gobierno «no habrá ministros» del partido extremista.
El todavía dirigente galo señaló que «a partir del momento en el que la república autoriza a Le Pen a ser candidata, es porque el Frente es un partido democrático». «No hay un voto malo y uno bueno, yo no divido mi Francia en sectas ni clanes», agregó. Sin embargo, el líder de la UMP aclaró que, tras las elecciones legislativas, previstas para el 10 de junio, y durante la formación de su hipotético Ejecutivo, «no habrá acuerdo» con el bloque ultraconservador y «tampoco habrá ministros» de ese partido.
«Pero me niego a demonizar a los hombres y mujeres que, al apoyar a Le Pen, han emitido un voto de crisis, de enfado, de sufrimiento y desesperación. Tengo que escuchar su mensaje y tenerlos en cuenta. Creo que no es el mejor momento de hacer ascos», explicó.
Mientras, el socialista François Hollande aseguró que no va a hacer concesiones a la extrema derecha, pero quiere demostrar que comprende el miedo y el malestar de los votantes por el cierre de fábricas, por lo que intentará evitar una serie de despidos en el sector industrial.
En política europea, el izquierdista prometió que, si se impone en la segunda ronda, escribirá una carta a los líderes de la UE solicitando renegociar los términos del tratado de disciplina fiscal, para incluir, entre otras cuestiones, la introducción de eurobonos y de una tasa de transacciones financieras, con el fin de «estimular el crecimiento económico» del Viejo Continente.
Así, insistió en la creación de esos eurobonos, «no para mutualizar la deuda, sino para financiar proyectos industriales y de inversión». También instó al Banco Central Europeo a que «ponga más dinero sobre la mesa». Esta postura choca de pleno con los intereses de la canciller alemana, Angela Merkel, que expresó públicamente su apoyo a la candidatura de Sarkozy.
Por su parte, el actual presidente defendió la necesidad de introducir en la Constitución la denominada regla de oro para la reducción del déficit, algo con lo que «todos los países de Europa están comprometidos». El conservador especuló con la posibilidad de que la enmienda no pase el trámite parlamentario, pero avanzó que, si para entonces continúa siendo presidente de la nación, convocará un referéndum «para preguntar a los franceses lo que piensan».
