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Santiago Sanz Sanz – El insufrible desvarío

por Redacción
7 de abril de 2020
en Opinion, Tribuna
SANTIAGO SANZ
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Según dicen, pertenezco a la generación del Baby Boom. De los últimos de los 60´s. Como ya saben, una de las más numerosas y personalmente creo que no tenemos muchas diferencias con los nacidos en los 70´s, pero esas son las estructuras de los sociólogos o estudiosos en la materia, que para mí, es solo un nuevo empeño para clasificarnos por cualquier motivo, en este caso con la escusa de poder distinguirnos contemplando nuestras particulares tendencias. Emanciparse era precisamente una de las nuestras, como las de muchos “de aquellas épocas”. En general era algo bastante normal. Lógicamente eran protocolos de otros tiempos en los que muchos de la misma manera estudiaban y trabajaban, algunos desde la infancia, quizás tomando el relevo a la dinámica del trabajo aprendida de las generaciones que nos precedían y que con tanto esfuerzo y sacrificio nos habían generado un futuro con mayores expectativas. Recuerden que fueron nuestros padres quienes pusieron las primeras piedras de lo que los segovianos conocemos como “La Residencia”. Ese empeño y esa fuerza heredado por la mayoría de segovianos (y españoles) de “nuestras décadas”, convirtió a muchos de ellos en empresarios de éxito, algunos muy por encima de la media, a otros en grandes profesionales al frente de sólidos negocios o en fin; como somos muchos los nacidos en los sesenta y los setenta, abarcamos y desarrollamos todos los ámbitos de la peor o de la mejor manera.

Nos fue como nos fue, en un país en el que la mayoría tiraba para adelante, con toda una nación detrás haciendo fuerza y aprovechando el empuje que nos proporcionaba toda esa inercia. Haciéndolo sin desfallecer, sabiendo, que todo esfuerzo tiene su fruto; esa fue parte de la herencia. Nuestras generaciones, que han basado su recorrido de relación con el Estado con una escasa tutela, le dieron la cara a las circunstancias de la vida y cuando las vicisitudes les embestían, las agarraban por los cuernos y le daban la vuelta al asunto como mejor se sabía, del mismo modo que también pecamos, porque no supimos ver y terminamos consolidando, un sistema empeñado en subestimar y minimizar la trascendencia de “la gestión política de la incompetencia”. Tengo la impresión de que por primera vez y desde que yo recuerde, echamos de menos una autoridad que nos aplique una verdadera tutela, pero de responsabilidad y gestión de verdadera solvencia. Si en algo se han mostrado expertos algunos políticos siempre y no han escatimado en fuerzas, ha sido en dividir a los españoles, porque eso, hasta ahora, es lo que más les había salido a cuenta, pero hemos pasado a recibir uno de los mayores golpes que nos ha situado, de repente, viviendo en otra época. La irresponsabilidad de haber dividido y posicionado a la sociedad, ha condicionado y seguirá cuestionando cualquier gestión para esta crisis o cualquier propuesta, porque cuesta creer, que pueda haber “algún tipo de experto” intentando resolverla.

Ahora es imposible dejar de contemplar las noticias, a través del prisma del sesgo ideológico propio del ciudadano, impulsado y acentuado por muchas de las televisiones que solo muestran y difunden lo que menos castigue y no precisamente a la moral del pueblo, sino a la imagen del padrino que insufle recursos a la cadena. No es ese el camino, no se lavan imágenes ni errores de los responsables de cualquier gestión política a costa de machacar al contrario con permanentes campañas de desprestigio. Eso era antes, pasen de una vez esa maldita página del manual del mal político. No sigan dividiendo a la nación en estas circunstancias cuando es de vital importancia permanecer unidos y sin embargo nos tienen en pleno “guerra civilismo” de noticias, “memes” o videos y unas redes sociales cargadas de histerismo.

De qué sirve tener un montón de administraciones sanitarias en un constante conflicto cuando se llevan semanas pidiendo a gritos que dada la situación lo único representativo sería un verdadero acercamiento entre los políticos y un gabinete de concentración para que “al menos”, se pueda escenificar una absoluta unidad y aportar así un mínimo de credibilidad al mensaje que recibimos y cuyas decisiones no fuesen cuestionadas en función del sesgo político.

No sé a qué esperan… luego me pregunto a mí mismo qué puedo esperar de todo esto y la verdad, sólo respiro, lo hago profundamente, con el abdomen e intento pensar que todo parezca ficticio. Entonces recuerdo haber nacido en los sesenta, escuchando hablar a mis padres de la posguerra e insistiéndonos en la suerte que “ahora” teníamos. Ellos, que fueron las generaciones que dieron forma a nuestras ciudades, el carácter a nuestros barrios y construyeron los mismos hospitales que ahora apenas pueden darles un poco de cobijo. Las generaciones que mejoraron nuestros destinos, recuerden… las de nuestros padres les digo.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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