Estaba disfrutando de un vino de Montejo en la barra de un pequeño y frecuentado bar de Madrid, cuando me llamó la atención el sonido de un teléfono que reproducía una familiar entradilla de dulzaina castellana y que procedía del móvil de uno de los señores que tenía justo a mi lado. Imaginen el espacio reducido de vino con vino, plato de calamares y codos pegados… hora punta del aperitivo.
Aunque no suelo inmiscuirme ni andar pendiente de conversaciones ajenas, por tentativa y proximidad, acerté a oír la amistosa y animada charla que mantenían los señores mencionados y algunas de las expresiones que me hicieron pensar en su probable origen segoviano. Tras pedir permiso para poder pasar, con la intención final de marcharme, no puede reprimir el abordar a uno de ellos para preguntarle y averiguarlo. Efectivamente eran de Segovia. Del mismo modo me presenté y di parte de mi procedencia. En seguida se inició una conversación que me retuvo algunos minutos y varios vinos, los justos para no perder la intención de continuar de nuevo con mi camino.
Les comenté que aún “casi nacido” en Sotosalbos, en el antiguo cuartel de la Guardia Civil donde paraba la Rápida, me criaron en Segovia, pero suelo decir que soy de Cedillo de la Torre. En alguna que otra ocasión, esta presentación habría requerido de alguna que otra referencia extra para poder orientar a mi interlocutor sobre la ubicación exacta del municipio… esta vez no.
Conocedor a la perfección de mi pueblo, él mismo mencionó a alguno de sus vecinos más ilustres y algunos otros vinculados estrechamente a la localidad. Me habló de su amistad con Pilar Cañada, que como él era periodista y a quien todos los de mi quinta y sobre todo los más mayores, recordarán en las imágenes de blanco y negro de la televisión pública y concretamente de la primera cadena. Pilar Cañada solía dar los avances de programación y tuvo mucha presencia en las casi cuatro décadas que abarcó su actividad televisiva. Desde inicio de los sesenta hasta bien entrados los finales de los setenta, fue uno de los rostros femeninos más conocidos como locutora de continuidad y también presentadora de diferentes programas de entretenimiento.
Volviendo a la conversación con mi nuevo amigo del aperitivo… en un momento dado, mencionó a otro ilustre y conocido segoviano del gremio del periodismo y también vinculado al pueblo de Cedillo . Contemporáneo y compañero de Pilar, en este caso desde el ámbito radiofónico del ente público, la suya fue la voz que nos informó de muchos de los acontecimientos significativos alrededor del mundo de aquel periodo histórico en que quiso ser corresponsal y testigo antes de llegar a dirigir, como también hizo, los propios servicios informativos de RNE. Hoy es por todos conocido el prestigioso premio de periodismo que lleva su nombre, Cirilo Rodríguez y que organiza la Asociación de la Prensa de Segovia.
A esa altura de la conversación, ambos mencionamos a otro cedillano: Félix Cañada, hermano de la periodista. Doctor Ingeniero de Minas y profesor e investigador en la Escuela de Minas de Madrid, con gran vocación científica y humanística, ha sido toda su vida un apasionado de la ciencia, de las letras, la música y el arte general como un aplicado y devoto coleccionista. Fíjense si será extensa su recopilación de obras valiosas, que hoy en día, estas constituyen el fondo principal de dos importantes museos como son el Museo Félix Cañada (fundación Gómez Pardo) de Madrid y el Museo “Casa de las Bolas” de Aranda de Duero, localidad donde algunos jóvenes de Cedillo, incluido el propio Félix Cañadas, tradicionalmente cursaron estudios y que mantiene históricamente una significativa influencia territorial con el Nordeste de la provincia.
También donó obras de su colección a la propia ciudad de Segovia. Una concretamente está siempre a buen recaudo dentro de la imponente fortaleza del Alcázar y podrán contemplarla en el mismo instante que accedan a la capilla, porque la tendrán justo de cara. Ahí, en ese momento, también les recomendaría mirar hacia arriba y contemplar el impresionante techo artesonado mudéjar del siglo XV, con origen o procedencia, como bien saben, de Cedillo de la Torre; exactamente de su iglesia, cuyo techo se hundió en los años cincuenta. Curiosa la coincidencia del destino para ambos elementos; juntos, dentro de la capilla del Alcazar y sin ser conscientes de su vínculo… “o quizás sí”, le dije a mi interlocutor; a lo mejor se hizo con toda la intención para que la obra donada estuviese bajo ese asombroso cielo artesonado de estrellas y filigrana de madera, en un permanente ejercicio de contemplación mutua… como fue contemplado en el Cedillo de aquel entonces, cuando había escuela en el pueblo y la misa era de obligada presencia, por todos los niños sentados en los primeros bancos de la iglesia, las niñas en la izquierda y los niños a la derecha; observando, mirando hacia arriba aquel maravilloso cielo artesonado, embobados con la combinación de estrellas y de encastres en la madera, evadiéndose con ello de la homilía y absortos con tanta belleza.
