El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, prometió ayer sábado su cargo de presidente del Gobierno ante el Rey Felipe VI, un ejemplar de la Constitución y, por primera vez en democracia, sin crucifijo ni Biblia.
Poco después de las 11 horas, Sánchez pronunciaba la fórmula de promesa con su mano derecha en la Carta Magna abierta por el artículo 62, que establece las funciones del Rey, entre ellas la de nombrar al presidente del Gobierno.
Con la llegada de Felipe VI a la Jefatura del Estado, la Casa Real cambió el protocolo y permitió que los altos cargos prometan ante el Rey sin símbolos religiosos, conforme a la libertad religiosa recogida en la Constitución, pero Sánchez es el primer presidente del Gobierno que prescinde de ellos. Casualmente ayer se cumplían cuatro años del anuncio de la abdicación de Juan Carlos I.
Sánchez prometió el cargo ante el ya expresidente del Gobierno Mariano Rajoy, el ministro de Justicia en funciones, Rafael Catalá, como notario mayor del Reino; el presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes; el presidente del Tribunal Constitucional, Juan José González Rivas y los presidentes del Congreso y del Senado, Ana Pastor y Pío García Escudero.
Tras el acto de promesa, el Rey se acercó a felicitar a Sánchez y posaron, junto al presidente saliente.
El nuevo jefe del Ejecutivo se adelantó para estrechar la mano de Rajoy, dirigiéndose a él como “presidente”, y éste le correspondió deseándole “mucha suerte”, igual que hizo el viernes, tras finalizar el pleno del Congreso que aprobó la moción de censura.
Después del acto oficial, todos se han quedado departiendo con el Rey y de nuevo se pudo ver a Rajoy y a Sánchez hablando entre ellos.
Como es habitual, la ceremonia duró apenas cinco minutos. Sánchez, con traje oscuro y corbata color teja, esperó la llegada del Rey ocupando su sitio en un extremo del salón de audiencias. A su llegada, Felipe VI saludó con cordialidad a los representantes de los poderes del Estado, a Rajoy y al ministro de Justicia en funciones, antes de ocupar su sitio junto a la mesa.
Tras la lectura del real decreto, que por primera vez recoge la elección de un presidente en una moción de censura, Sánchez se acercó a la mesa y pronunció la fórmula de promesa: “Prometo por mi conciencia y honor cumplir fielmente las obligaciones del cargo de presidente del Gobierno, con lealtad al Rey y guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado, así como mantener el secreto de las deliberaciones del Consejo de Ministros”.
