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San Valentín, el Carnaval y el Miércoles de Ceniza

por Jesús Fco. Riaza
25 de febrero de 2024
en Tribuna
JESUS FRANCISCO RIAZA
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Ha tenido mala suerte el Miércoles de Ceniza de este año. Una conjunción astral le ha hecho coincidir con la fiesta de S. Valentín. En las tertulias radiofónicas que escuché se hablaba y hablaba de la cursilada del Día de los Enamorados, pero nada de que también era Miércoles de Ceniza y el comienzo de la Cuaresma.

Suele pasar en nuestros días que las fiestas se despojan de sus referencias religiosas y se quedan como en una especie de tierra de nadie, pero si además coinciden con festejos comerciales, entonces ya no hay nada que hacer. Los regalos y las compras, los viajes y las comidas se imponen radicalmente.

Porque incluso una fiesta tan comercial y cursi como la de los enamorados, perdone el lector que reitere el calificativo, tiene un referente religioso. Este Valentín no es el hermano de S. Frutos y Sta. Engracia, los santos segovianos. Es un santo, un tanto legendario, del siglo III que fue presbítero en Roma y cuyo martirio se celebraba en este día. Como saben los lectores, las fiestas de los santos no se celebran el día de su nacimiento para este mundo, sino en el de su tránsito a la eternidad. El caso es que al coincidir con estos días previos a la primavera, se tomó el nombre del santo para una serie de documentos, llamados valentines, que ajustaban los términos del matrimonio y que conllevaban un regalo por parte del novio. Parece ser que ese fue el resultado de la gestión del Papa Gelasio, en el siglo V, que suprimió la fiesta romana de las lupercales en las que se azotaba a las mujeres pensando que así se fomentaba su fecundidad.

Claro que en esto de perder las referencias religiosas los carnavales se llevan la palma. Como se van prolongando en el tiempo hasta bien entrada la Cuaresma, nos encontramos con que no parecen tener nada que ver con el Miércoles de Ceniza. Seguramente mucha de la gente que participa en ellos ya no sabe que es una celebración íntimamente unida a la Cuaresma. Como el lector sabe, nacieron como el momento previo a la austeridad penitencial que imponía la Cuaresma. Así que, antes de entrar en ella, disfrutemos, comamos, bebamos y que nos quiten lo “bailao”. Eran, por eso, unas fiestas paganas y transgresoras que no impedían que el mismo que participaba en ellas fuera, al día siguiente, a recibir devotamente la ceniza. Hoy en día se puede decir que se han transformado en una celebración un tanto infantil, sin que el calificativo tenga intención peyorativa sino descriptiva.

A mí me gustaba mucho la celebración del Carnaval que teníamos en algunos de los pueblos en los que fui cura. Por ejemplo, en Corral de Ayllón, el martes de Carnaval se iba de hacenderas. Consistía en hacer un trabajo comunitario en beneficio de todos y se podía arreglar un camino, repasar la reguera o podar los árboles. Luego se comía juntos, los hombres por un lado y las mujeres por otro, mientras los niños se disfrazaban y hacían caramelo.

Leonardo Padura comienza así su novela, que se desarrolla en La Habana, “Vientos de Cuaresma”: Era Miércoles de Ceniza y con la puntualidad de lo eterno un viento árido y sofocante, como enviado directamente desde el desierto para rememorar el sacrificio del Mesías, penetró en el barrio y revolvió las suciedades y las angustias” (Tusquets, 2001). Ese sentimiento tiñe la novela y describe el propósito de este tiempo: sacar a a luz suciedades y angustias para purificarlas y sanarlas. La Cuaresma nace a la luz de la Pascua y los cuarenta días hasta Jueves Santo –excluidos los domingos que no cuentan como penitenciales- son, en palabras del Papa Francisco, tiempo de actuar: En Cuaresma actuar es también detenerse. Detenerse en oración, para acoger la Palabra de Dios, y detenerse como el samaritano, ante el hermano herido… Por eso la oración, la limosna y el ayuno no son tres ejercicios independientes, sino un único movimiento de apertura, de vaciamiento: fuera los ídolos que nos agobian, fuera los apegos que nos aprisionan. Entonces el corazón atrofiado y aislado se despertará.

Feliz Cuaresma para todos.

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