Se ha dicho en muchas ocasiones que la de San Frutos es la fiesta que concita un mayor consenso entre los segovianos en todo el calendario festivo local. Alejada del oropel y el gasto de las fiestas de San Juan y San Pedro y del fervor y la devoción de la de La Fuencisla, San Frutos hace todos los años el milagro de reunir en torno a su humilde figura de santo eremita a fervorosos creyentes y ateos recalcitrantes para conmemorar su festividad.
Aun con el lastre que supone la hégira de segovianos que aprovechan esta jornada festiva para consumir su ocio en las grandes superficies comerciales de Madrid o Valladolid, el patrón de Segovia añade cada año más fieles a su causa a la vez que restan adoradores del ‘becerro de oro’ de las franquicias y tiendas de fuera de las fronteras de la capital.
En una jornada para recordar en lo que a la meteorología se refiere, el día de San Frutos brilló de forma especial gracias al sol radiante y a la magnífica temperatura de la que los segovianos pudieron disfrutar a lo largo de la mañana, y que sin duda animó a la ya de por sí amplia participación en las actividades del ‘día grande’ del patrón de Segovia.
Como marca la tradición, los actos comenzaron en el trascoro de la Catedral, donde ante las reliquias del santo eremita se produce el milagro de reunir de forma armónica en poco más de 15 minutos a cerca de 300 personas para interpretar el villancico en honor a San Frutos que desde hace 173 años se interpreta como solemne prólogo a la misa solemne dedicada al patrón de Segovia. Aunque los ensayos de los días previos sirvieron para perfilar los detalles de la interpretación, hasta apenas una hora antes de cantar el villancico no se conoce el número exacto de intérpretes y músicos que intervienen; pero lo que en condiciones normales podría suponer un problema, en el caso del villancico se transforma en un reto que suele concluir con éxito.
Y en el día de ayer no hubo excepción. Bajo la batuta del director de la Unión Musical Segoviana Francisco Cabanillas, la extraña mecánica que ensambla voces, armonías e instrumentos volvió a funcionar de forma impecable, haciendo sonar la composición de Antonio Hidalgo y el panegírico en verso de Pedro Antonio Compta de forma majestuosa en toda la Catedral, ante la atenta mirada del obispo César Franco, el Cabildo Catedral con su nuevo deán Angel García Rivilla al frente, la alcaldesa Clara Luquero y la corporación municipal, y las autoridades locales y provinciales que escucharon la interpretación en la pequeña capilla del trascoro en la que se veneran las reliquias del santo.
Este año, la ‘voz blanca’ que interpretó el solo de esta composición fue la del niño Pedro Cuadrado Pérez, que asumió la responsabilidad bajo la atenta mirada de Marisa Martín directora de la Escolanía de Segovia que aporta año tras año sus mejores voces infantiles a este villancico.
Tras concluir la celebración religiosa, la fiesta volvió a ocupar la calle con el mismo ímpetu que lo hizo en las primeras horas de la madrugada para presenciar el ‘paso de la Hoja’. La animación corrió a cargo de la banda de la Unión Musical Segoviana, que desde el quiosco de la Plaza Mayor ofreció un concierto con una selección de piezas populares, en este caso dirigida por Eugenio Uñón.
Frente a la Casa Consistorial y en los soportales del edificio que alberga el Hotel Infanta Isabel, los aficionados –que son muchos- a las setas y a los pájaros disfrutaron de las exposiciones organizadas por las asociaciones Micológica y Ornitológica, que mostraron algunos preciados ejemplares de hongos y setas en el primer caso y de aves en el segundo.
En el intermedio del concierto de la banda, tuvo lugar la entrega de las distinciones que desde hace algo más de dos décadas concede la Venerable Cofradía del Paso de la Hoja a las personas o instituciones que velan por honrar la memoria del santo. Así, este año la familia Requena Fernández recogió con emoción su premio ‘Amigo de San Frutos’ por su amor al santo mostrada desde hace veinte años, y que les trae a Segovia cada 25 de octubre desde Premiá de Dalt (Barcelona) para sumarse a la fiesta. También fueron distinguidos el periodista y director de Onda Cero Manuel Pacheco como romancero de San Frutos y el artista Salvador Lucio, que este año ilustró la hoja del libro de San Frutos que pasó al filo de la medianoche.
La alcaldesa Clara Luquero fue la que hizo entrega de las distinciones para después saludar a los segovianos e invitarles a disfrutar de la fiesta; e incorporarse después a la interpretación del ‘Himno a Segovia’ que puso el broche de oro a una fiesta de exaltación del segovianismo impulsada por el santo que más amó a su tierra.
Ramón Requena y Ana Fernández: ‘Ser amigo de San Frutos es un don especial’
La devoción a San Frutos traspasa las fronteras de la capital y se expande por territorios aparentemente ajenos en los que algunos de sus habitantes hacen suyo el cariño de los segovianos a su patrón. Este año, la Venerable Cofradía del Paso de la Hoja ha querido ejemplificar este cariño en la familia Requena Fernández, que desde hace más de dos décadas se traslada desde Premiá de Dalt (Barcelona) cada 25 de octubre para vivir con la misma emoción que los segovianos la fiesta de su patrón. Su esfuerzo y su cariño se han visto recompensados con el premio ‘Amigo de San Frutos’, que recogieron ayer con emoción. Para esta pareja catalana, el primer contacto con la fiesta fue a través de unos amigos segovianos que les invitaron a conocerla, y rápidamente quedaron atrapados por el encanto de una celebración que tiene “un don especial”. La interpretación del villancico es el momento cumbre, y ambos reconocen que “se nos ponen los pelos de punta” al cantar desde el trascoro de la Catedral.
Pedro Cuadrado: ‘Me había imaginado que iba a venir menos gente’
Con una hermosa pajarita que pone una nota de distinción en su elegante vestuario, Pedro Cuadrado cumplió con éxito la responsabilidad de interpretar el solo del villancico de San Frutos, al que llegó después de varias sesiones de ensayo previas para que todo saliese con la brillantez con la que salió ayer. A sus 12 años, este alumno del CRA Los Almendros de La Lastrilla manifestaba su satisfacción al concluir su actuación en el villancico reconociendo haber estado “un poco nervioso” al principio para sobreponerse a la emoción inicial a medida que avanzaba la interpretación. Cuadrado aseguró que los ensayos fueron sencillos ya que “me aprendí pronto el texto” y después ante el micrófono pudo ejecutar a placer todo lo marcado por el director Francisco Cabanillas, que definió al joven cantante como “un campeón” tras felicitarle efusivamente al concluir el villancico. De este modo, el joven pasa ya a formar parte de la historia del villancico tras elevar su voz blanca para honrar “Al Siervo Bueno y Fiel”.
