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San Cristóbal de Cuéllar: unas peculiares elecciones y una sencilla forma de vida entre vecinos

por El Adelantado de Segovia
29 de abril de 2023
en Provincia de Segovia
Tomás Merino, alcalde de la localidad de San Cristóbal de Cuéllar, noticia estos días por ser el alcalde electo con una forma de democracia directa muy particular.

Tomás Merino, alcalde de la localidad de San Cristóbal de Cuéllar, noticia estos días por ser el alcalde electo con una forma de democracia directa muy particular.

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En pleno corazón castellano y de la provincia de Segovia se encuentra San Cristóbal de Cuéllar, un municipio que estos días ha saltado “a la fama” por su peculiar método de votación ante las inminentes elecciones municipales. Y es que San Cristóbal ya ha escogido hace un mes a las cinco personas que formarán su equipo de Gobierno del Ayuntamiento para la próxima legistlatura: una candidatura independiente y elegida directamente por la vecindad, con nombres escritos en un papel y sin un candidatura presentada como tal.

Así lo relata Tomás Merino, alcalde de la localidad desde hace cuatro legislaturas. Este método comenzó a utilizarse en 1978, con el inicio de la democracia. Los vecinos votan directamente sobre el censo a quien quieren. “Yo les digo que voten a quien quieran”, así lo reconoce el hasta ahora alcalde. Los cinco más votados forman una lista, y si alguno no quiere ostentar ningún cargo, puede renunciar. Esas cinco personas forman la candidatura independiente, y el día de las elecciones, 28 de mayo, votarán a un máximo de cuatro de la lista. Será pasadas las elecciones cuanto voten en pleno al que será el alcalde. Es de esta manera como no tiene cabida las grandes formaciones políticas, tan solo la voluntad y el nombre de los vecinos. En las pasadas se presentó una persona por el Partido Popular, pero no salió como concejal. Ante la cuestión de si es esto legal o no, parece ser que este método se encuentra en un vacío legal. Cuenta Tomás que en una ocasión, un vecino y trabajador del Ayuntamiento de Peñafiel le comentó que no era legal: “y yo le respondí que esto se ha hecho así toda la puta vida”.

Este vez, Tomás Merino no ha sido el más votado, por propia petición suya. Tiene 78 años y ha pedido a los vecinos que prefiere continuar como concejal, “pasarme por el Ayuntamiento de vez en cuando”. “Yo soy muy sencillo y ya prefiero quedarme de concejal”, explica en otra entrevista después de dos jornadas llenas de llamadas. “Mañana voy a ir a Segovia y me va a tocar ponerme gafas de sol para que no me reconozcan”, bromea el regidor de San Cristóbal de Cuéllar.

Doce años de trabajo

San Cristóbal es noticia estos días pero antes de serlo, ha sido una localidad en la que los logros se han conseguido con esfuerzo y muy poco a poco. Se trata de una localidad de apenas 150 habitantes, pero fueron más de 500 en la juventud de su actual alcalde. Así lo relata Merino, que afirma que la mayoría de vecinos se han dedicado a la agricultura y la ganadería. “Antes éramos más de 100 agricultores, y ahora solo quedan cuatro o cinco”, reconoce. Lo positivo es que entre ese mínimo número de labradores, hay un par o tres de jóvenes “que se quedarán con todo”. Pero viven en Cuéllar, la población más grande de la provincia, a trece kilómetros de distancia. “Aunque estén empadronados aquí, se marchan a vivir allí”, explica. Afirma que aunque el precio de la vivienda sea más caro y las condiciones de los solares peores, la población tiende a marcharse, como en el resto de la provincia y en las zonas castellanas: la España rural.

Sin embargo, el trabajo del Ayuntamiento para estos 150 habitantes no cesa: ha sido constante y es así como se mantiene lo que hay. Cuenta Tomás Merino que entre sus logros ha estado el cambio de las tuberías del agua, la sustitución de las vías de fibrocemento. “Si había que hacerlo de tres veces, pues de tres veces”, reconoce el edil. En San Cristóbal de Cuéllar no ha habido obras faraónicas, solo se ha trabajado en función de lo que económicamente había disponible. “Todo se ha hecho poco a poco; me daban planes provinciales y yo decía al arquitecto, ¿hasta dónde puedo llegar?, y hasta ahí asfaltaba”, recalca Merino.

Gracias a la subasta de terrenos de piñones lograron recaudar una suma que les ha permitido comprar el bar con vivienda, ahora arrendado. Merino también cambió todo el alumbrado de la población, así como se ha encargado del asfaltado: “me quedan unos cien metros”, explica con orgullo. “No he subido ningún impuesto desde que entré en el Ayuntamiento”, recuerda. Los deseos del alcalde en estos años han sido tan sencillos como él, y quizá es por eso que se han ido consiguiendo, poco a poco.

Levantar el mayo

La tradición de muchos pueblos castellanos llegado este mes era la de levantar el mayo: un pino despojado de ramas sería en centro de las plazas mayores de muchos municipios. En la mayoría, con la suspensión del servicio militar obligatorio se perdió tal tradición, pero en San Cristóbal de Cuéllar se recuperó hace más de una década, gracias a la iniciativa de los quintos. Este 2023, como cuenta el alcalde, “ya tenemos elegidos algunos árboles”; de ellos, uno será el elegido para llevar a la Plaza MAyor y que pase allí todo el mes entrante de mayo, haciendo honor a su nombre.

Además de recuperar tradiciones las crean, porque según Merino son también los pioneros en los encierros ecológicos. Desde hace más de treinta años comenzaron a hacer lo que hoy se conoce como encierros de carretón con la camella de los machos. “Entraban en los sitios y hacían que pillaban a la gente”, cuenta bromeando Merino.

La localidad

San Cristóbal es el único pueblo del sexmo de Montemayor de la Comunidad de Villa y Tierra de Cuéllarque pertenece a la provincia de Segovia ya que el resto son de Valladolid. Al pueblo lo cruza el arroyo Horcajo, que riega los campos de cultivo de su alrededor. Cuenta con la iglesia de San Cristóbal, reformada en el siglo XVII. En su interior cuenta con un artesonado de planta octogonal que en el centro forma una estrella. La concha bautismal de la iglesia está realizada por Juan Antonio Sanz Delgado, y data del siglo XVIII. La fuente de su Plaza Mayor o la ermita del Humilladero son dos de sus joyas. Esta última es del siglo XVII y fue utilizada como lugar para abandonar a los enfermos de peste; en su interior alberga una imagen de Cristo y se abre el día de Pascua. El pueblo se reparte entre colinas y deja un paisaje muy especial para vecinos y visitantes. A su entrada están las bodegas, otra de sus señas de identidad.

Así persiste una localidad que, a pesar de los tiempos, mantiene una forma de democracia directa y un trabajo “solo pensando en los vecinos”, como dice su alcalde.

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Foto de archivo. / Ángel Fraile de Pablos

Una tradición que pervive: Santa Bárbara

Con tantos años como algunos vecinos, y otros cuantos siglos más, San Cristóbal sigue celebrando una de sus más singulares tradiciones: Santa Bárbara. Se estima que cuenta con más de 400 años de antigüedad, y en pleno siglo XXI se mantiene como un preciado tesoro para todos los vecinos. Al parecer llegó a San Cristóbal, a lomos de un caballo, una mujer que donó al pueblo dos hectáreas de terreno (concretamente 1,70Ha) para que fuera cultivado con una benéfica intención: poder dar un trozo de pan a los pobres de la zona; ella era Marina Sanz. Cada 4 de diciembre, los vecinos celebran esta tradición por la que la mujer dejó escrito en su testamento que todos los años por Santa Bárbara se celebrase un funeral por su alma. A todos los que acudiesen “se les diera caridad de cuarenta fanegas de trigo cocido y diez y seis reales en cuatro cántaras de vino entre los asistentes”, para lo cual dejó al concejo una viña para beneficio de esta fundación. En las obligaciones del contrato actual (2021), se establece que el arrendatario deberá otorgar 10 kg. de cacahuetes, tres cántaras de vino, gastos de culto y fiesta religiosa en honor a Santa Bárbara”. Desde tiempo inmemorial el día de Santa Bárbara se celebra una misa por la benefactora, a la que acude todo el pueblo junto a la corporación municipal. Cuando llega el pan, el alguacil da un bando por todo el pueblo para que cada familia vaya a recoger las raciones que le corresponden: un pan por cada familia. Las tradiciones se renuevan y de unos años a esta parte se incluye también dar escabeche a los vecinos. Igualmente, los miembros del ayuntamiento degustan ese día.
El ayuntamiento subasta cada año la labranza de la parcela y el único criterio de adjudicación “deberá ser necesariamente el del mejor precio”.

El reciente alquiler del bar suma vida

Otra de las peculiaridades de San Cristóbal de Cuéllar era el objetivo de encontrar un nuevo dueño para su bar. Carlos Avellón, secretario del Ayuntamiento del municipio, explica cómo comenzó este proceso tan importante para los vecinos. Gracias a lo recaudado en la subasta de piñas, que por el precio de mercado doblaba lo habitual, el Consistorio pudo comprar el local del bar, que cuenta con una vivienda encima.

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Desde hace un mes, el bar vuelve a contar con servicio.

En febrero comenzaba el proceso de publicación del pliego de condiciones para el arrendamiento del bar, con la ilusión de que los vecinos pudieran volver a reunirse en él. El Ayuntamiento hizo pública la licitación de la explotación de la vivienda a través del Boletín Oficial del BOP con un precio de salida de 100 euros. Este no incluía el del alquiler de la vivienda, que era de 200 euros. El alquiler es de un año `prorrogable por cuatro más, todo a expensas de la decisión del Ayuntamiento, muy cuidadoso a la hora de elegir quién se haría cargo del establecimiento. Cuenta Carlos que no ha sido tarea fácil y que por eso se estipularon cinco criterios de adjudicación, algunos de ellos subjetivos.

No hace ni un mes que ya hay dueño y una persona está sirviendo detrás de la barra del bar, ofreciendo este importante servicio a toda una localidad. Tomás Merino, el alcalde, afirma estar muy contento con que vuelva a haber bar, y asegura que sí “hay jaleo”. Como en todo pueblo, es un lugar de reunión para los vecinos de todas las edades. El bar está obligado a abrir seis días -libranza de uno de diario-, de 9.00 a 23.00 horas, con cierre de un máximo de tres horas al día. Será en fechas claves, como la del próximo 30 de mayo, cuando los quintos levanten el mayo, cuando vuelvan a reunirse en el bar Lemon, el de toda la vida de San Cristóbal de Cuéllar. Sin duda, la reapertura del bar es un símbolo para pueblos como este, en el que la mayoría de vecinos son jubilados y hacen de este lugar un punto de encuentro, un sitio de reunión que verdaderamente suma vida.

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