Un rico patrimonio histórico-artístico segoviano –del que deberíamos estar orgullosos está actualmente condenado o en trance de serlo, víctima de la ruina, de la impotencia o del abandono. Así lo resalta, una vez más la Asociación Cultural “Hispania Nostra”, que ya incluyó en su día varios monumentos (incluso BIC) en riesgo y a proteger urgentemente. Ahora acaba de incluir también en su lista roja la ermita de San Julián (en Castrillo de Sepúlveda) y la ermita de San Miguel de Reviriego en Coca) ; la antigua fábrica de loza de “Los Vargas”, en la que trabajó por cierto el ceramista Daniel Zuloaga, quien dejó allí marcada su impronta como célebre ceramista que evolucionaría profundamente hacia la aplicación de esmaltes sorprendentes como los que encuadran el altar del Cristo de la Agonía en la capilla del Sagrario de la Catedral, cuya talla (la del Cristo, datada en 1897) fue legada en su día póstumamente a la Catedral por doña María de la Asunción de Mascaró y Hierro, marquesa viuda de Lozoya.
Hay que destacar la extraordinaria labor de vigilancia que con respecto a patrimonio en riesgo viene llevando a cabo “Hispania Nostra (que sustenta una profunda conexión con la UNESCO por su misión precisamente de vigilancia y custodia del rico y extenso patrimonio de España en riesgo más o menos inminente y devastador. para ello cuenta (a título informativo ) con tres listas que reflejan el caudal de esos bienes en riesgo: VERDE; que comprende aquellos bienes retirados de su lista roja al haber desaparecido el riesgo detectado, ROJA (la que más nos debe preocupar si queremos llegar a tiempo de salvar nuestro patrimonio en riesgo) donde se incluyen elementos del patrimonio cultural español que presentan un claro riesgo de desaparición, destrucción o alteración de sus valores; NEGRA: finalmente sus fondos culturales que han sido retirados por su desaparición o alteración de sus valores esenciales.
Aunque en algún momento ya han sido publicados los bienes en riesgo del patrimonio segoviano incluidos en la lista roja por situación de inminente ruina, más de 30 por ahora, supongo que no está de más recordarlo por si en algún momento cundiese la esperanza de intervenciones rescatadoras de ese peligro: Castillo de Fernán González, BIC (Sepúlveda); monasterio e iglesia de San Martín de Casuar, BIC (Montejo de la Vega de la Serrezuela); monasterio de Ntra. Señora de los Ángeles (Sebúlcor); ermita de San Benito (Adrados); ermita de San Isidro (Domingo García); ermita de San Lorenzo (El Olmillo); ermita de San Miguel de Bernuy; Casa Buitrago (Segovia); estación de ferrocarril (Ortigosa de Pestaño); Convento de la Santísima Trinidad (Cuéllar); palacio de los Marqueses de Revilla (Navares de las Cuevas); casa del esquileo (Tres Casas); ermita de la Virgen de Pinillos (Armuña); torre e iglesia de Santa María (Cuéllar): palacio de los Contreras (Laguna de Contreras); palacio de Valsaín; castillo de Fuentidueña; hospital de la Madalena (Fuentidueña); ermita de San Vicente (Hinojosa del Cerro); iglesia de San Juan Bautista (Fuentes de Cuéllar); palacio del esquileo de los marqueses de Perales (El Espinar); ermita de San Julián (Castrillo de Sepúlveda); ermita de Agejas (Cabañas de Polendos); esquileo y lavadero del Rancho Alfaro (Santo Domingo de Pirón): molino de Gamones (Palazuelos de Eresma): iglesia de San Medel (Valseca); capilla hospital de convalecientes (Segovia); órgano barroco de Fuentesaúco de Fuentidueña; casa del esquileo de Santillana (Revenga); ermita de San Miguel de Reviriego (Coca); fábrica de loza La Segoviana (Segovia). Algunos de ellos con ligeras revisiones y otros que pasarán pronto a la lista negra.
En esto de la ruina patrimonial se ha escrito abundantemente -aunque nunca será suficiente, creo yo- acerca del expolio, ventas fraudulentas o simplemente estados de abandono del rico patrimonio histórico artístico segoviano tanto civil como religioso. Desde lastimosas usurpaciones de bienes o ventas irregulares de monasterios, castillos, murallas, iglesias, etc. hasta obras concretas de arte religioso (recordamos ahora lo de las monjas de Belorado) sin el menor pudor y aun con bastante menos de sensibilidad, han esquilmado unos vastísimos recursos patrimoniales de los que, en cierto modo, esta tierra conserva un vago recuerdo o, cuando más, testimonios gráficos o audiovisuales de los expolios. Pero como si esos despropósitos fueran poco y que nada dicen en favor de la cultura proteccionista-y tuteladora de nuestros bienes, vienen a ser constantes las muestras evidentes del abandono de ciertos monumentos o bienes a proteger (algunos incluso declarados BIC en su momento) que por falta de recursos –o de interés, a veces- están entrando en el camino de la ruina y de su consiguiente desaparición, según alerta Hispania Nostra. En Ese sentido sería de agradecer cualquier atención del Estado, de la Administración Autonómica o municipal tendente a la restauración y conservación de algunos de esos elementos en riesgo. Así viene a indicarlo -si no ha sido derogada- la Ley de Patrimonio Histórico de 1985 donde se recoge que el uno por ciento del presupuesto se destine a la restauración y conservación del patrimonio en riesgo.
Como ejemplo bien reciente de ese interés por el rescate –en este caso por la Consejería de Cultura de la Junta de Castilla y León- cuyo consejero Gonzalo Santonja mostró especial sensibilidad hacia la recuperación y salvación del patrimonio en riesgo, poniendo especial atención (y una primera inyección de un millón de euros para ello) con respecto a la ermita del siglo XI denominada de la Monjía, en Soria –incluida ya en la lista roja de Hispania Nostra- que fue declarada BIC. La ermita de “La Monjía” (que se halla en claro riesgo de destrucción, alteración de sus valores y consiguiente desaparición) venera la imagen de Nuestra Señora de Valvanera, patrona de la villa de Fuentetoba (Soria) que, desde ahora –gracias a Cultura- inicia su proceso para atajar su riesgo de ruina.
En alguna ocasión he sugerido lo que, en mi opinión, podrá ser una solución-siquiera parcial- que frenase ese galope frenético de la ruina patrimonial. Y es que tanto por la titularidad civil como la eclesiástica fueran cedidos en uso usufructuario algunos de esos bienes condenados si no a desaparecer: castillos, ermitas, murallas, iglesias, etc. a personas cualificadas y solventes interesadas en instalar en ellos su residencia o estudio de trabajo a costa –claro- de restaurarlos y conservarlos a sus expensas aunque, obviamente, con los suficientes y necesarios incentivos o exenciones fiscales como para hacer atractiva la cesión. De ese modo muchos de tales bienes serían recuperados, puestos en uso y valor y conservados decentemente sin que la propiedad perdiera su titularidad registral. No hace al caso citarlos pero todos sabemos que tanto el Estado y sobre todo la Iglesia han optado en otros casos por esa fórmula en buen número de situaciones, algunas de las cuales bien recientes en nuestra propia ciudad (que este año, por cierto, celebra su 40 cumpleaños como Ciudad Patrimonio de la Humanidad). Yo creo que lo propuesto podría ser un gran acierto y un paso positivo si es que queremos adelantarnos a lo irremediable.
