A diferencia de lo que les sucede este año a los agricultores cerealistas, a los productores de girasol, a los olivareros o a los viticultores que han visto subir los precios como consecuencia de la menor oferta por la sequía, las cosas pintan bastos para una buena parte de las cabañas ganaderas, y muy especialmente en el caso de la leche. El incremento de los piensos ha disparado los costes de producción y lo grave es que los empresarios de este sector no pueden repercutir esas subidas en el precio final de la leche por tratarse de un producto que ha sido tomado como reclamo para la cesta de la compra. Esto significa bajos precios por la gran distribución, casi siempre de oferta, con ventas, incluso en muchos casos, a pérdidas. Es decir, una estrategia que pagan en primera instancia los industriales y que estos trasladan al campo.
Frente a una subida de los costes de producción a una media de 0,34 euros litro, los precios se han llegado a situar por debajo de los 0,30 euros especialmente en las zonas más productoras, en medio de la desesperación de los ganaderos que se ven impotentes para defender sus rentas.
Ante este escenario de crisis, y sin dejar a un lado el hecho de que en unas semanas se celebran elecciones en Galicia donde se concentra más del 40 por ciento de la producción, el Ministerio de Agricultura ha iniciado diferentes vías para calmar los ánimos en el sector, así como para buscar salidas para el futuro desde un ámbito más competitivo y atractivo para los productores.
Esta ofensiva de la Administración contempla, sobre todo, compromisos y promesas, sin que se vea, sin embargo, una salida clara a la crisis.
Frente a los preciso bajos, desde el Gobierno se ha ofrecido, en primer lugar, la posibilidad de ayudas comunitarias a raíz de una petición de Agricultura y la buena acogida de la propuesta en la propia Comisión, según la manifestaciones del titular español del departamento. La realidad, no obstante, es que Bruselas no dispone en este momento de una ayuda excepcional para la leche y se antoja como un imposible a la vista de los ajustes que existen en las cuentas comunitarias.
A pesar de ello, la posibilidad de que la recesión se haga más general en el conjunto de la UE por la existencia de excedentes podría dar lugar a medidas para aligerar los mercados. Esto sería positivo para el mercado español en cuanto a que la producción sobrante saldría a terceros países y no caería, como sucede en la actualidad, sobre el mercado nacional.
Un segundo aspecto para apoyar el sector es la posibilidad anunciada por el ministro de que, con ayudas PAC, se pueda apoyar a los ganaderos de leche. En este caso, se trataría de utilizar con este fin fondos que se detraen de otros conceptos o ámbitos, así como por los recortes de la modulación, algo que tampoco puede ser una media inmediata.
Contratos y comercialización
Junto a este tipo de promesas basadas en ayudas directas, cabe destacar el desarrollo de otras actuaciones encaminadas a mejorar el funcionamiento de los mercados, desde la política de contratos en el campo, hasta los procesos de comercialización, con la gran distribución como el principal enemigo enfrente, y los controles de calidad.
Desde el pasado día 3 de octubre, la firma de acuerdos entre un ganadero y un comprador ya ha pasado a ser algo obligatorio. Hasta la fecha, era voluntario. La exigencia de un contrato no es un decisión española, sino una consecuencia de la reglamentación comunitaria al efecto para tratar de lograr una mayor estabilidad en el sector. Bruselas dejaba libertada cada país para que optara por su obligatoriedad o voluntariedad. España optó por lo primero.
El deber de que toda venta de leche se haga bajo un contrato donde figure el volumen del producto a entregar, los períodos, el precio o los indicadores para su fijación, forma y fechas de pago, calendario de entregas, tipos de recogida etc, se debe calificar siempre como algo muy positivo. El acuerdo escrito debe ser, como mínimo, por un año, aunque, si el ganadero quiere, no la industria, el mismo puede tener una duración inferior.
La política de contratos es un avance. El problema para el sector productor es la no existencia de las necesarias organizaciones donde los ganaderos tuvieran fuerza y capacidad para negociar de igual a igual unos precios con las industrias o con los intermediarios. No es un problemas de la industria, ya que en este punto también tiene su responsabilidad el propio sector que, hasta la fecha, no se ha ocupado en desarrollar las estructuras suficientes para el proceso que ya se veía venir de liberalización de los mercados y desmantelamiento de los mecanismos de regulación o precios institucionales.
No obstante, la puesta en marcha de este Real Decreto debería ir acompañada en este momento con algunas figura provisional desde el marco de la Administración para buscar salidas de equilibrio entre los intereses de todos los implicados.
En relación con los problemas de la leche, una responsabilidad muy importante radica en las estrategias de la gran distribución en relación con este producto. Para hacer frente a esta situación, el Ministerio promovió la firma de un protocolo de entendimiento entre las grandes organizaciones de la gran distribución, desde los hipermercados a todas las cadenas de supermercados, la industria láctea y el sector agrario, solamente representado por Asaja y con la organización de Galicia en contra.
Este protocolo consiste en una serie de compromisos por los que, fundamentalmente el gran distribución, asume no seguir utilizando la leche como reclamo barato de la cesta de la compra y trabajar para mejorar su imagen como producto de calidad. Para hacer un seguimiento del grado de cumplimiento de este protocolo funcionará una comisión en el marco del Ministerio.
No se puede decir tampoco que sea malo el que industriales, distribución y ganaderos se vean las caras cada un cierto tiempo. La duda es si el mismo va a tener algún resultado para mejorar la situación en el sector si hasta la fecha esa gran distribución ha hecho todo lo contrario, incumpliendo incluso leyes como la de venta a pérdidas que ahora se compromete a cumplir.
