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¿Sabremos algún día la verdad?

por Javier Gómez Darmendrail
31 de marzo de 2024
en Tribuna
JAVIER GOMEZ DARMENDRAIL
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El 11 de marzo pasado se cumplieron veinte años del peor atentado terrorista que hemos sufrido los españoles y como consecuencia de ello se ha producido la prescripción de los crímenes que se cometieron entonces. Por lo tanto, los responsables quedarán libres de cualquier tipo de pena, y es lamentable porque los delitos de terrorismo que han causado muerte no deberían prescribir. Tampoco sabremos quién dio las órdenes, ni quién lo planeó, ni quién lo ejecutó.

Porque, vamos a ver, de los 116 detenidos por su presunta relación con los hechos, solo se encausaron a 18, de los cuales 15 fueron condenaos por diversos delitos (que no tenían nada que ver con el atentado) y solo 3 serían condenados por los hechos del 11M. Como es natural, para mucha gente es difícil de creer que los autores del terrible y brutal atentado fueron dos españoles no islamistas y un musulmán confidente de la policía. Y es razonable pensarlo.

Pero lo más inquietante y el mayor ejemplo de un hecho extraño -que no se llega a entender ni explicar-, es la orden de un alto y oscuro mando policial a RENFE para destruir los trenes a las pocas horas de producirse el atentado. ¿Cuál fue el motivo? Es como si en un caso de asesinato un juez ordenara incinerar el cadáver antes de hacerle la autopsia. Por eso, algunos especialistas en el atentado entienden que fue una destrucción irregular fuera de toda norma para evitar que se llegase a la verdad.

Carlos Sánchez de Roda, ingeniero de Caminos que desarrolló su actividad profesional en el sector ferroviario, autor de dos fascinantes libros (“Los trenes del 11M” y “Los misterios del 11M”), manifestó con toda rotundidad que “la verdad del 11M se encontraba en los trenes, pero no interesaba descubrirla y se abandonó o destruyó todo lo que llevaba a ella”.

Este diligente ingeniero fue al día siguiente del atentado a ver el tren atacado y ante su sorpresa vio que estaba limpio y había desaparecido el material destrozado por las explosiones. Por tanto, la falta de vestigios probatorios originó que toda la investigación oficial se basara exclusivamente en una bolsa bomba que nadie vio en ningún tren y que apareció misteriosamente en una comisaría de Vallecas, para convertirlo en la única prueba y construir la versión oficial.

Es evidente que los responsables de la ejecución material e intelectual del atentado saldrán indemnes, así como los de la presunta trama de encubrimiento de la que hablan diversos estudiosos, porque la sentencia nunca determinó quiénes eran los autores intelectuales. Los jueces no determinaron quién había dado la orden, aunque dejaron claro que el atentado obedecía a la estrategia de la Yihad internacional para derrocar regímenes democráticos y extender el estado islámico. Pero lo cierto y verdad es que en el sumario constan hechos evidentes, otros inexplicables y testimonios claros y rotundos formulados bajo juramento. No se trata solo de teorías o hipótesis.

Lo que parece incuestionable, y así lo manifiesta Lorenzo Ramírez en su excelente libro “Las claves ocultas del 11M, 20 años buscando la verdad”, es que existen técnicas de manipulación psicológica que se dedican a preparar respuestas sencillas con el fin de explicar los acontecimientos de alta gravedad para enmascarar lo más posible la cruda realidad.

Por eso, hay libros sobre el atentado que sostienen que ha habido una campaña de desinformación impulsada desde las cloacas del Estado, y otros que entienden que la versión oficial no se sostiene, por lo que cada uno presenta su propia teoría basada en hipótesis diversas.

Aunque por desgracia, la mayor prueba de que nada está claro en este asunto, es la contestación que dio el juez Javier Gómez Bermúdez a la pregunta de Inmaculada Castilla de Cortázar sobre si algún día llegaríamos a saber toda la verdad. La respuesta fue: “Mira Inma, la verdad del 11M es tan terrible que España no está preparada para conocerla”. Que cada uno lo interprete. Pero lo que es incuestionable es que el atentado produjo un vuelco electoral y de convivencia en España del que todavía sufrimos las consecuencias.

Y no quiero concluir este escrito sin utilizar las interesantes palabras del filósofo estadounidense Nicholas Murray con la que cierra su espléndido libro Lorenzo Ramírez. Esa cita dice que el mundo se divide en tres categorías de personas: “Un muy pequeño número que produce acontecimientos, un grupo un poco más grande que asegura la ejecución, y por fin una amplia mayoría que no sabe nunca lo que ha ocurrido en realidad”.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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