Hasta en cinco ocasiones tuvo que detener ayer su interrogatorio Ruth Ortiz presa de las lágrimas propias de una madre consciente de que no volverá a ver a sus hijos. «No tengo ninguna duda de que los niños están en este Juzgado en una caja de cartón», contestó con crudeza a una pregunta de su abogada. A escasos metros de su exmarido, José Bretón, que permaneció en todo momento esposado y oculto tras una mampara, la madre de los pequeños explicó que ha estado «viviendo con un asesino en potencia», según las intenciones que le manifestó el acusado de que no se iba de este mundo «sin matar a alguien».
Durante unas dos horas, Ruth narró ante el jurado que la situación de convivencia era «horrible» y que Bretón «no era cariñoso ni con ella, ni con los niños, ni con nadie».
En la declaración, en la que siempre se refirió a su expareja como «el acusado», intentando evitar en todo momento la palabra «padre», justificó la separación porque «aquello no era vida. Yo era totalmente infeliz». Por eso, tomó la iniciativa de separarse ante el estado en el que se encontraba, «anulada y totalmente controlada», porque él no quería vivir en Huelva y estaba «obsesionado» con Córdoba, al tiempo que recordó que intentó que ella se «alejara de su familia». Según aseguró, empezó «a tener miedo», porque, aunque él no le había amenazado, «sabía que era vengativo». En concreto, remarcó que empezó «a intuir la maldad que él tiene» meses antes de los hechos.
Asimismo, Ruth Ortiz trató de desmontar la imagen de buen padre que el acusado intentó vender en su declaración del pasado martes: «Bretón nunca era cariñoso con los pequeños. Recuerdo uno de los últimos días en El Portil, que él rechazó a su hija con desprecio y la bajó de sus rodillas. Otra vez, le dio una torta en la boca a José por no comer. Yo le dije que no lo hiciera más». «No es cierto que él haya criado a sus hijos. Siempre decía que cuando yo llegara a casa los niños eran para mí», agregó la madre de los menores.
En relación al fin de semana de la desaparición de los pequeños, tras remarcar que él tenía «un control excesivo» sobre los niños y, por eso, siempre iban agarrados de su mano, Ruth explicó que se enteró de los hechos después de ver «muchas llamadas de un fijo de Córdoba», que pensaba que era del propio José Bretón. «Lo primero que me vino a la cabeza es que era una broma, que no era tal la desaparición», confesó.
Tras comprobar en la comisaría de Huelva la denuncia, ella puso la de malos tratos, y, posteriormente, Bretón la llamó. «Qué quieres que te diga, se me han perdido los niños, qué le vamos a hacer, me ha tocado a mí», le explicó el acusado, según relató Ruth, que precisó que él «estaba más tranquilo que nunca». Además, la madre de los niños aseveró que el imputado mantuvo esa misma versión cuando ella fue a verle a la cárcel.
«Estricto y controlador»
En la sesión también declararon la abuela y el tío maternos de Ruth y José que definieron al acusado como «estricto» y «controlador» con sus hijos, además de subrayar que era «una persona fría» y que «no los perdía de vista ni una vez».
En uno de los momentos más duros de la vista, la abuela, con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada, destacó que el día en el que los niños se fueron de Huelva a Córdoba, su exyerno le dijo que era «la última vez» que los veía.
En cuanto a las declaraciones de los amigos de la familia, que comenzaron tras el único receso de la jornada, uno de ellos, agente policial, comentó que «nunca» vio «nada extraño» en la relación, aunque Bretón era «un poco estricto». No obstante, reconoció que, antes de los hechos, el imputado le preguntó cómo era la seguridad en la Ciudad de los Niños, el parque cordobés donde, supuestamente, desaparecieron los menores.
Otra testigo reveló que Bretón la llamó para que hablara con Ruth para «ver si se podía reconciliar» el matrimonio, y en una ocasión lo notó «más nervioso» y relató que el padre de los pequeños le aseguró que «quería quedarse con los niños como fuera, porque, según él, estaban mejor en Córdoba que en Huelva».
