El Estado ruso, muy acostumbrado a la violencia, pero solo cuando él es quien la administra, sabe que su ciudadanía no tolera la debilidad, máxime cuando se trata de poner coto a unas circunstancias tan preocupantes como las generadas por el atentado suicida del Metro moscovita.
Así mientras el Servicio Federal de Seguridad (FSB) ruso afirmaba haber identificado a los organizadores del ataque de la capital y del perpetrado el miércoles en Daguestán, el presidente de la otrora súper potencia, Dimitri Medvédev, no dudó en afirmar públicamente que hay que «matar» a los terroristas.
«Se confirma la versión de que los actos terroristas fueron cometidos por bandas concretas vinculadas con el Cáucaso Norte. Conocemos personalmente a los organizadores», explicó a los medios de comunicación Alexandr Bórtnikov, el director del FSB junto con el máximo mandatario, al que acompañó durante una visita sorpresa a Majachkala, capitán de Daguestán.
Allí, Medvédev presentó los cinco pilares básicos para el desarrollo de una nueva estrategia antiterrorista en el Cáucaso Norte, que aboga por un endurecimiento de la persecución de los asesinos, pero que también pasa por implementar políticas «de reinserción».
«Tenemos que golpear a los terroristas con precisión y fuerza. Matarlos y destruir sus escondites. Tenemos que ayudar a quienes decidan abandonar las filas de los terroristas, desarrollar la economía, la educación y la cultura. Tenemos que fortalecer la moral y el espíritu», agregó Medvédev.
Asimismo, el líder del país ex soviético reclamó una actitud más dura a nivel global. «Hay que expandir las medidas antiterroristas. No solo deben ser más efectivas, sino también más duras, despiadadas y preventivas. Tenemos que castigarles», apostilló con los 39 fallecidos el pasado lunes siempre en mente.
Medvédev constató que sus Fuerzas de Seguridad consiguieron en los últimos meses «arrancar la cabeza a los bandidos más odiosos», y prometió enseguida «encontrar y castigarlos a todos», «Hay que reforzar a las fuerzas del orden, el FSB y el ministerio del Interior; asestar golpes puntuales a los terroristas para exterminarlos a ellos y sus cuevas; ayudar a los que quieren romper con los bandidos; desarrollar la economía, la educación y la cultura, y fortalecer la moral», resumió antes de abogar por revisar los procedimientos judiciales y de la investigación en los casos relacionados con terrorismo, y exigió «al gran capital» que invierta en el desarrollo del Cáucaso para sacar del atraso esa región del país.
También instó a los medios de comunicación a no incitar a la división de la sociedad y a no instigar sentimientos xenófobos hacia los pueblos de aquella zona.
Cabe recordar que la víspera, el jefe del movimiento rebelde del Cáucaso Norte, Doku Umarov, reivindicó los atentados suicidas a través de un vídeo grabado la misma mañana del ataque. En él, Umarov advertía de que no son los últimos y que llevara la guerra a Rusia. «No reaccionáis a los excesos que cometen vuestras bandas al mando de Putin (…) Os prometo que la guerra llegará a vuestras calles y que la sentiréis en vuestra vida y en piel propia», concluía el líder separatista islámico.
Mientras tanto, en un contraste brutal que resulta indicativo de lo poco occidental que es el sistema ruso, el presidente del grupo del Partido Popular Europeo en el PE, Joseph Daul, expresaba su preocupación por los «continuos» ataques que sufren los activistas en favor de los Derechos Humanos en aquel país. El detonante de la denuncia fue el ataque que sufrió el miércoles Ludmila Aleksiejeva, de 82 años, durante una conmemoración «pacífica» en memoria de las víctimas de los atentados de Moscú.
