Sin querer imponer nuestra cultura a nadie y por muy terrible que pueda parecer la idea de sacrificar para consumo humano animales que aquí entendemos mascotas de compañía o domésticos como el perro o el gato, pienso que el gran problema de esos países fieles a su cultura no radica principalmente en su consumo. Pudiera ser que la parte menos positiva de esta tradición esté relacionada más con el trato cruel que pudieran recibir los animales bajo sospechosos hábitos de cría, dudosos procesos de sacrificio y posteriormente su venta, algo que tristemente parece habitual. ¿Y quién se atreve ahora a ahondar en una tradición?
El consumo de carne de perro en Corea del Sur también conocido como kaegogi es una tradición desde hace miles de años y se practicada ocasionalmente al ser una especialidad con un coste relativamente elevado y solo disponible en restaurantes y rincones especializados. La raza nureongi es en su mayoría criada como ganado canino, destaca por su carne y no es habitual utilizarla como mascota. Hoy en Corea solo una pequeña parte de sus habitantes consume carne de perro y principalmente lo hace por creencias ancestrales bien sea en sopas contundentes o guisos.
En la historia pasada de China durante las épocas de hambruna se sacrificaron los perros debido a que eran una fuente fácil de proteínas en caso de peligro. En la actualidad se percibe como una medicina debido a la creencia de que incrementa la energía positiva en el cuerpo , y beneficia la regulación de la circulación sanguínea. Pudiera entender que teniendo un día de perros en épocas de miseria uno se coma cualquier cosa.
En Vietnam, tuve ocasión de conocer y probar carne de perro Thit chó, concretamente en Hanoi, en la zona de Pho Nghi Tam conocido por reunir medio centenar de restaurantes especializados en el tema. Me puse en manos de mi guía local y me mostró, descartando entre otros con buen criterio, dos elaboraciones distintas en dos lugares distanciados. Una de las elaboraciones trataba de un ejemplar asado abierto en canal muy similar técnicamente al popular cochinillo asado, sabroso en el paladar y quizás más agradecido al tener menos proporción de grasa. La segunda elaboración constaba de unos pinchitos ensartados en brochetas de carne a la brasa, previamente picada y macerada con chiles, ajo, vinagre y hierbas frescas. Sin duda un bocado suculento acariciado por la llama de la barbacoa donde las ejecutaban. Volviendo al inicio y ante un planteamiento saludable y gustativo, quizás prefiera un guiso en el que se ha respetado el producto al guiso que no. Pudiera ser que para opinar haya primero que conocer para no cometer el error de hablar con la boca llena de inexperiencia.
Hasta principios de siglo XX, en Francia no solo consumía carne de perro, si no que había carnicerías específicas para surtir este tipo de producto con su particular recetario. Al igual que en Suiza, estaba prohibida la comercialización, pero no el consumo.
El perro siempre fue el mejor amigo del hombre, pero ¿también el hombre del perro?
Que te dan perro en muchos lugares como si de un ‘gato por liebre’ se tratara, no deja de ser una leyenda perra bastante incierta sabiendo que su coste es bastante mayor al de los ingredientes a sustituir y requiere de una cierta habilidad desde la cría hasta su cocinado.
Donde fueres haz o no lo que vieres…
