El último desafío de Batasuna a la democracia, con una nueva marca que condena los crímenes del futuro pero no los del pasado, y que reniega de ETA pero no la condena, escribió ayer un nuevo e inquietante capítulo. Y es que el vicepresidente primero del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, confió en que el último alto el fuego anunciado por la banda sea el definitivo.
«En su larga actividad criminal, la organización terrorista ha hecho dos treguas largas, ahora hay una tercera que ojalá sea la definitiva, eso creo yo», indicó el ministro en la sesión de control al Ejecutivo, en respuesta a una pregunta del PP sobre el caso Faisán. Precisamente que volviera a conectar las dos cuestiones parece dejar a las claras, al menos para los populares, que existe una peligrosa connivencia de La Moncloa con los asesinos. Si a esto sumamos las gravísimas acusaciones del ex director general de la Policía Juan Cotino en las que acusaba al Gabinete de sufragar a los asesinos durante el alto el fuego de 2006, la tensión que se palpa entre los dos principales partidos va en aumento de un modo considerable.
Volviendo a la sesión, Rubalcaba quiso contar «una historia» al PP sobre ETA, y recordó que en la primera tregua, en 1998, el principal grupo de la oposición, entonces en el Gobierno, aprovechó para dialogar con la banda con el apoyo del PSOE, y que luego fue rota por los terroristas.
Así, el vicepresidente primero relató que, cuando llegó al Ministerio del Interior, tenía la «obsesión» de que no volviera a ocurrir lo que había pasado durante ese alto el fuego, durante el cual, la organización criminal introdujo cinco comandos en España, y pidió a las Fuerzas de Seguridad que impidieran que los etarras se rearmaran.
«Por eso detuvimos, hemos detenido mucho y por eso les estamos ganando porque no creímos a ETA durante la tregua, porque impedimos que pasara lo que pasó en el 98», explicó en referencia al segundo parón de la actividad armada durante 2006 y 2007, cuando gobernaba el PSOE. Según Rubalcaba, «esa es la historia, la que a usted -refiriéndose al diputado del PP Ignacio Gil Lázaro- no le gusta escuchar en esta Cámara».
Y es que el político conservador volvió a repetir su machaqueo constante de cada miércoles al máximo responsable de Interior. No obstante, sí que habrá una tregua la próxima semana, pues el brazo derecho de Zapatero se ausentará del Congreso por una cumbre mediterránea que se celebra ese mismo día en Roma sobre la inmigración norteafricana; «una huida» a los ojos del PP.
Sea o no un acto de cobardía democrática, el bloque conservador acusó al futurible -sucesor de Zapatero- de mentir cuando dijo que no informó al presidente de que se iba a producir una operación contra el aparato de extorsión de la banda porque lo desconocía. «Es el colmo que usted diga que no se lo contó», aseguró Gil. A su vez, el vicepresidente le echó en cara que, tras la tregua de 1998, la banda mató «mucho».
No muy lejos de allí, en la Audiencia Nacional, el juez Pablo Ruz citó para el próximo miércoles a los guardias civiles autores del informe sobre los cortes en la cinta VHS que grabó el bar Faisán, en el que se acusa a la Policía de haber suprimido partes de una forma deliberada.
Quizás el magistrado tenga trabajo extra en esta investigación, ya que el ex director general de la Policía y vicepresidente del Gobierno valenciano, Juan Cotino, exigió conocer quién pagaba a ETA durante la tregua declarada por la banda en 2006, y la procedencia de esa cantidad, que, a su juicio, son las claves para desentrañar la investigación del chivatazo. Asimismo, y tras mostrar sus «fundadas» sospechas hacia el Gobierno, lamentó que los medios de comunicación se hayan centrado únicamente en el «hecho puntual» del soplo cuando, en su opinión, «la clave» pasa por conocer «quién daba el dinero y de dónde venía».
