El ya flamante vicepresidente primero, Alfredo Pérez Rubalcaba, nuevo hombre fuerte del Gobierno y responsable de dar la cara por el presidente Zapatero durante este complicado final de legislatura, comenzó ayer a ejercer como portavoz del Ejecutivo y, sabedor de que todavía mantiene intacto su crédito político, aprovechó un encuentro con empresarios para administrar una buena dosis de la amarga medicina que los socialistas se olvidaron de incorporar a los Presupuestos.
Ahora que las cuentas públicas para el año que viene están convenientemente salvadas gracias al PNV, el también ministro del Interior pudo revelar una realidad que está bastante alejada del escenario de color rosa que hace días pintaba en el congreso Elena Salgado.
Así, Rubalcaba garantizó que el Gobierno «sin duda» va a afrontar un nuevo ajuste del gasto público porque existen «compromisos con nuestros acreedores que tenemos que cumplir para que no nos suban los interese de la deuda». «Nos quedan muchos deberes por hacer», sostuvo el número dos del Gabinete sin detallar cuáles serán los sacrificios que deberán afrontar los ciudadanos.
A continuación, tras dejar colgando sobre la cabeza de los españoles la espada de Damocles de un nuevo tijeretazo a las pensiones y el inminente aumento de la edad de jubilación, el socialista se dedicó a hacer propaganda y, contra toda evidencia, dijo confiar en que el Gobierno podrá «remontar» las encuestas «con Zapatero como candidato» y, de hecho, advirtió de que en política «todo cambia muy deprisa» y que «queda mucho» hasta las elecciones. «La austeridad, las reformas y la cohesión social» serán, explicó, los tres elementos claves que conforman la «ecuación» que conducirá al crecimiento y a la recuperación.
Símil tenístico
Por todo ello, en consonancia con su declarada afición por el deporte, el vicepresidente recurrió a un símil para recordar que «en el tenis puedes salvar dos match balls y, al final, ganar el partido».
Durante su participación en el XIII Congreso Nacional de Empresa Familiar, Rubalcaba trató además de pasar la pelota de la responsabilidad a la oposición y sostuvo que, a diferencia de lo sucedido durante los dos últimos años, «no va a faltar la voluntad del Gobierno» para llegar a acuerdos en asuntos «como la reforma de las pensiones o en materia energética». Eso sí, antes de tender la mano a los sindicatos, defendió la reforma laboral porque «el Gobierno ha hecho lo que ha tenido que hacer».
