Adrián Rosales (28 de julio de 1985) jugará su cuarta temporada en el Viveros Herol Nava. Tras pensar en la retirada en diciembre, el gallego asumió el reto de recuperar su versión de antaño y se ha reinventado. Su equipo podría certificar la permanencia ganando mañana a Cangas, el equipo de su vida.
— ¿Cuándo decidió renovar?
— Esta es la época. Es cierto que este año se ha alargado por no saber si vamos a seguir en Asobal o no; ahora ya está la cosa un poco más clara. La verdad es que fue sencillo: el club estaba interesado en que siguiese y yo estoy contento.
— En pandemia, ¿es más seguro quedarse que mirar fuera?
— Sí que he tenido otras opciones y me las he planteado. No ha sido tanto por ganas de no arriesgarme, sino porque Nava me parecía la mejor opción, tanto a nivel deportivo, económico y personal.
— ¿Qué tipo de ofertas tuvo?
— Varios equipos de Asobal y alguno de la B. Algunas eran pensando en dar después el paso al trabajo y a mi futuro; otras eran exclusivamente deportivas. Al final decidí quedarme aquí porque estoy en un sitio que conozco, me siento querido por el público y apoyado por el club en estos años, que para mí fueron complicados a nivel físico. Siempre me han dado seguridad.
— ¿Renovar es una forma de mostrar agradecimiento?
— Sí, por supuesto. El año pasado les di un cheque en blanco; quería seguir aquí porque en los dos primeros años no había podido demostrar. Espero que la temporada que viene sea más tranquila: que no haya cuarentenas ni interrupciones. Un año completo con el que me quede contento. Y también el club.
— Si mira atrás, ¿esperaba seguir jugando tras romperse el cruzado en 2018 ante Teucro?
— Sinceramente, sí. Cuando he tenido más dudas ha sido estas Navidades. La segunda lesión de rodilla, aunque el menisco no es tan complicado como el cruzado… Dudé de si me vería con fuerzas o si me recuperaría para jugar un año más. Pero después me he encontrado bien, estoy jugando minutos y se me ha dado confianza.
— ¿Qué porcentaje del mejor Rosales ha visto Nava?
— (Ríe). Es que el que llegó no es el que está aquí ahora. Y ya no puedo seguir jugando como cuando tenía 28 años, pero me encuentro bien. Diría que un 80 % y espero llegar al 100 el año que viene.
— Una lesión le permitió ser el único jugador que no se contagió por Covid. ¿Cómo lo vivió?
— No sé que es mejor: entre lesión y Covid no sabría qué elegir. La suerte que tengo ahora es que todos los que tengo alrededor están ya inmunizados y estoy en una burbuja que te da tranquilidad. Espero poder seguir manteniendo el estatus de no contagiado y que nos llegue pronto la vacuna.
— ¿Bromean los compañeros?
— Cada vez que hay un caso cerca, los focos se ponen en mí porque soy el que tiene más opciones de contagiarse. En las pruebas, el resultado que se espera siempre es el mió. Pero sin más (ríe).
— ¿Se sintió infrautilizado en los primeros meses?
— No. Al final el que se gana los minutos es el jugador y no estaba en mi mejor momento. Venía de una lesión, recuperación… Y coger ritmo en un momento en que el equipo no estaba al cien por cien es complicado. En el momento en que he empezado a estar mejor, el entrenador me ha dado más minutos. Son las dos partes; el jugador tiene que demostrar y el entrenador, confiar.
— ¿Qué fue lo primero que le dijo Zupo?
— Que quería volver a ver al Adrián del que hablábamos antes, el del cien por cien. El jugador que había estado siguiendo durante muchos años en Asobal y en el que confiaba. Pero tenía que ponerse al día, recuperarse físicamente y coger confianza. Creo que al final lo hemos conseguido.
— ¿Cuál es la tecla que ha pulsado Zupo para conseguir un rendimiento tan distinto con las mismas piezas?
— Lo primero, la intensidad: salir con ganas de pelear a los partidos. Las ideas muy claras: defender fuerte y correr. Y ha conseguido un ambiente que nos faltaba. A veces no sabes cómo sacar al equipo de esa espiral, pero ha logrado esa confianza. Y ahí están los resultados.
— Dice que la salvación está ‘más clara’. ¿Qué falta?
— Ya falta muy poquito. Hemos estado en una situación muy mala y ahora al menos dependemos de nosotros. Ganando tres puntos más ya estaría. Está muy cerca, pero no es el momento de relajarse. Y en eso nos ha insistido Zupo, que no nademos para morir en la orilla. Es importante apretar en estos partidos.
— ¿Cómo afronta ayudar a descender al equipo de su vida?
— De los que están en problemas, creo que Cangas es el que más opciones tiene. Incluso perdiendo aquí todavía tiene que jugar contra Guadalajara. Es un equipo que siempre ha manejado bien estas situaciones, y lo sé por experiencia. Y vienen de puntuar ante Logroño y Sagunto. No me gustaría que descendiesen porque es el equipo de mi casa, pero lo primero es salvar a Nava. Me daría pena si fuesen ellos, pero no es mi responsabilidad.
— Han apretado con 10 puntos de 14 en un tramo clave. ¿Llegan con fuerzas al tramo final?
— No somos los únicos, todos los equipos llegan justos porque llevamos una temporada muy intensa. Estas dos últimas semanas no han sido las mejores, es cierto, pero también nos ha servido para coger un poco de aire y enfrentar estos tres últimos partidos como finales. Y si la parte física no acompaña, la cabeza te da ese plus porque puedes certificar el objetivo. El equipo está muy preparado.
— ¿Qué ha ganado y perdido con la edad?
— La parte física y la soltura no es la misma después de dos lesiones importante. No me encuentro mal, pero la edad se nota. He ganado mucha experiencia y aportar otras cosas. Estoy aportando mucho en defensa, que es donde más estoy jugando. Aporto también un poquito de tranquilidad en momentos complicados.
— ¿Cuán cerca o lejos está su retirada?
— Hace seis meses hubiese dicho que ya (ríe). Voy a ir temporada a temporada. El año que viene a lo mejor empiezo a buscar trabajo como ingeniero y ya tengo edad para buscar otras salidos. Me gustaría seguir jugando siempre que pueda aportar; en el momento que no esté para eso, daré un paso al lado y seguiré mi camino.
— ¿Da miedo el abismo de una vida sin balonmano?
— Lo sé por experiencia, por muchos compañeros que ya se han salido. Yo llevo jugando al balonmano desde los 12 años, pero también es un objetivo interesante dedicarte a otra cosa totalmente diferente para la que en realidad me llevo preparando muchos años.
