En un atípico y accidentado fin de semana musical en la provincia, la banda madrileña Boikot trajo a Segovia su último trabajo “Lágrimas de rabia” en un concierto caracterizado por la energía, el ambiente festivo y el mensaje social y político del que hacen gala en cualquiera de sus intervenciones.
Tras la actuación de los grupos teloneros que les precedieron en el escenario, Boikot salió con la intención de darlo todo, con el ánimo espoleado por sus incondicionales que casi consiguieron llenar la sala. La propuesta es tan sencilla como eficaz, basada en el ska, el punk y el rock como puntales rítmicos de unas canciones que son verdaderos aldabonazos a la conciencia colectiva en tiempos tan difíciles como los que nos está tocando vivir.
Sin entrar a valorar la ideología del mensaje, lo cierto es que el grupo ofrece un directo contundente, sin concesiones y muy enchufado con el público, que les devuelve con creces en forma de entrega total todo lo que ellos ponen sobre el escenario. La comunión es tal que incluso celebran el cumpleaños de uno de los músicos invitándoles a unos chupitos de ron en medio del concierto o aprovechan para anunciar las próximas actuaciones de otros grupos locales. En esta vorágine hay sitio para buenas canciones como las de su último disco, en el que se nota la madurez de un grupo que lleva ya un cuarto de siglo de rock, fiesta y combate.
