El presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, se desplazó ayer hasta la localidad palentina de Monzón de Campos, donde, arropado por un millar de personas, en su mayoría cántabros, encabezó una firme protesta ante la decisión del Ministerio de Fomento de paralizar las obras de la línea de Alta Velocidad que unirá Palencia y Cantabria.
Revilla exigió al titular de la cartera de Fomento, José Blanco, una «rectificación urgente», al tiempo que solicitó que «antes de un mes el ministro vuelva a montar la carpa y nos dé de nuevo la oportunidad de reunirnos en Monzón para celebrar la colocación de la primera piedra como estaba previsto».
El presidente aseveró que no se conformará con el AVE a Bilbao porque «el primer AVE es con Castilla y León y eso es irrenunciable». «Lo dejo todo por esta idea. Este AVE se hace, que no lo dude nadie». Y para que no quepa ninguna duda, Revilla recordó que «aunque esto me pilla ya un poco viejo, tengo raza para armarla gorda. No saben con quién se juegan los cuartos. El Revilla gracioso y de las anchoas se puede convertir en un tipo muy duro».
Entre aplausos, vítores y gritos de «queremos a alguien como tú en Castilla y León», Revilla insistió en que «esta crisis la tienen que pagar los que más tienen», al tiempo que lamentó que la inversión en infraestructuras se considere un «despilfarro».
Es por ello que insistió una vez más en la necesidad de invertir en obra pública como motor generador de empleo, progreso, riqueza y desarrollo. «No podemos meternos debajo de la mesa. Hay que seguir trabajando y funcionando y la obra pública es fundamental para crear riqueza», matizó.
Y es que, según recordó, el de ayer era «un día de fiesta en Monzón de Campos», fruto del acuerdo alcanzado hace cuatro meses con el propio presidente del Gobierno y el ministro de Fomento y gracias al que un mes más tarde se adjudicó una de las obras más esperadas por ambas comunidades, por lo que «nadie puede entender que algo que se ha adjudicado, ahora se desadjudique».
Revilla aseguró no haber visto «nunca» una anulación de obra en estas circunstancias e insinuó la posibilidad de que existan «manos negras» en una actuación que tachó de «castigo» a un pueblo que lo único que quiere es tener carreteras y ferrocarriles.
En este sentido, reiteró que romperá el pacto de Gobierno con el PSOE porque con la anulación de la adjudicación de estas obras se incumple una de las dos condiciones de ese acuerdo, al tiempo que advirtió que puede tomar decisiones «mucho más duras que las que he tomado hasta ahora».
