En estas pequeñas historias que publicamos en El Adelantado siempre buscamos el ‘equilibrio’ entre aquellas que fueron trágicas y otras que, por la posición de sus protagonistas, llevan a la sonrisa. Conforman ambas situaciones la vida cotidiana de la ciudad. Si continúan leyendo, entiéndanlo como invitación a la lectura, entenderán lo que cuento.
Comprometidos
Seguro que quienes han servido in situ conocerán que la retreta era/es un toque militar cuyo uso ‘lleva’ a ordenar retirada o para que la tropa se recoja por la noche en el cuartel. Pero también tiene otra acepción, y a esta me refiero cuando describo la fiesta nocturna en la que las tropas de diferentes cuerpos recorrían las calles de la ciudad con faroles, antorchas, música y carrozas con atractivos varios.
Acorde a lo descrito, siendo el 24 de junio de 1887, festividad de San Juan y Fiestas de la ciudad, a toque de retreta salió del cuartel de la Casa Grande un extraordinario cortejo. Lean:
— Escuadra de batidores del 5º Regimiento Montado con faroles y banda de trompetas.
— Cuatro armones adornados con atributos del Cuerpo de Artillería y follaje, tirados por mulas enjaezadas. En cada armón iba una farola.
— Una carroza tirada por caballos, representado la Torre del Rey Don Juan del Alcázar, vistosamente engalanada.
— Banda de la Academia y soldados a pie con faroles…
La retreta recorrió varias calles de la ciudad, y la Banda de la Academia de Artillería interpretó ‘La Marcha de Cádiz’ (zarzuela cómica, 1886) en la Plaza del Azoguejo. Toda la espléndida organización estuvo a cargo del pintor Zuloaga. Se entiende que fuera espectacular.
Tragedia de muerte
Mes de noviembre de 1931. Un equipo de la Compañía de Ferrocarriles del Norte, compuesto de cinco trabajadores, efectuaba un tendido de cables para completar una línea telefónica. Esta atravesaba el Puente de Hierro, en las proximidades de la Estación de la ciudad. Bajo el referido puente existía ya una línea de alta tensión eléctrica, propiedad de la fábrica de electricidad ‘El Burguillo’. En un momento dado, el cable telefónico que sostenían los trabajadores estableció contacto con el de alta tensión. Los cinco operarios fallecieron de forma instantánea. Los empleados eran Mariano y Vicente Navas, Juan Cantalapiedra, Esteban García y Leandro Díaz. Al día siguiente se llevó a efecto su enterramiento, acto al que acudieron todas las autoridades. Fue una manifestación de duelo impresionante por el gran número de habitantes de la ciudad que acompañó en el sepelio.
¡Música maestro!
Muchas, notables y variadas, han sido las agrupaciones musicales que hubo en la ciudad. Había interés por la música y ‘solo’ hacía falta un líder con batuta que se pusiera al frente. Una de esas agrupaciones, año 1895, fue la que nació de la buena mano de su director y profesor Florencio Riopérez, que formó una Agrupación con 45 tenores, 24 barítonos y 19 bajos. Cerca de un centenar. Uno de los lugares de ensayo era un local de Sancti Spíritu. Largo tiempo estuvieron en escena.
Concejal adinerado
En más de una ocasión se ha escrito en este mismo ‘recinto’ el nombre de Alejandro Bahín Massón, asesinado junto a su sirvienta en 1892, en el suceso de la Calle Carretas (San Millán). También les conté alguna vez que el señor Bahín fue concejal en el Ayuntamiento y también que era persona adinerada. A los efectos oportunos de este último dato pongo en conocimiento de los lectores y público en general el anuncio de venta de sus posesiones, aparecido en medios informativos locales siete años después de su muerte (1889).
‘Por voluntad de sus dueños —explicaba la nota—, se venden las fincas que fueron propiedad de Alejandro Bahín, bajo los precios siguientes:
— Casa Calle Carretas nº 5: 9.000 pesetas.
— Mitad casa en construcción, c/ Carmen 4, 6 y 8, en 2.000 pesetas.
— En la calle de Los Coches nº 2 –Juego de Pelota-, en 7.000 pesetas.
— En Calle José Zorrilla 2, vivienda en 2.500 pesetas.
— En Calle Caballeros (S. Millán), 1 y 3, vivienda en 3.500 pesetas.
— En c/ Santo Domingo 15, solar en 1.900 pesetas.
El montante total de la subasta era de 29.900 pesetas. Si se adquirían todas las fincas en un solo lote, el precio se reducía en 3.400 pesetas. Se encargó de su venta al notario de la ciudad Arsenio Rueda Ramírez, con despacho en la Plaza de San Martín.
