Siempre ha existido, existe y seguro que continuará existiendo en un futuro la polémica cuando se trata de poner un nombre a una calle de un municipio, y mucho más cuando se trata de sustituirlo. Las razones que se aducen para justificar la conveniencia de la titularidad para que se le asigne una calle, plaza o rotonda siempre vienen marcadas por muchos condicionantes. La ideología, la religión, la bonhomía, las hazañas bélicas o la recopilación de premios conseguidos son algunos de los méritos, o deméritos, que se exponen para poner o quitar la placa identificativa del representado.
El caso es que también las instalaciones deportivas tienen un nombre y apellido por el que se las conoce. En Segovia, en la mayoría de los casos, se las identifica con deportistas autóctonos que han demostrado una trayectoria digna de mención. Antonio Prieto, José Luis de Santos, María Martín, Pedro Delgado, José Carlos Casado, Carlos Melero, Mariano ‘Chocolate’ o José Antonio Minguela son algunos de ellos.
Antonio Prieto, José Luis de Santos, María Martín, Pedro Delgado, José Carlos Casado, Carlos Melero, Mariano ‘Chocolate’ o José Antonio Minguela son algunos de ellos
Sin embargo, todavía hay espacios que, o no tienen titularidad, como las pistas polideportivas de los barrios, o siguen con una denominación que poco tiene que ver con la actividad deportiva. El pabellón Emperador Teodosio hace referencia a un emperador romano que si bien nació en Coca, sus mayores méritos fueron combatir contra los pueblos invasores y embellecer Constantinopla. Y la instalación dedicada a Enrique Serichol se corresponde con un vallisoletano que estuvo de jefe del Frente de Juventudes unos años en nuestra provincia.
Creo que es el momento de renombrar estos pabellones y dar la posibilidad de que representen a aquellas personas relevantes dentro del deporte segoviano que hayan contraído méritos suficientes como para merecerlo.
