Quince minutos. Quince minutos y sin haber preguntado antes en cuánto tiempo hay que parar el cronómetro. Ni una palabra que suene a cansancio. Ni una frase apresurada y dicha de carrerilla. Ni un recorte en el timbre que pida brevedad. Quince minutos justos. Quizás un exceso cometido por el atrevimiento de quien ha sido recibida al otro lado del teléfono por una voz tan suave como la de cualquier amiga que espera una llamada; en vez de por la de quien lleva más de treinta años alzándola y moldeándola por escenarios de todo el mundo.
Luz Casal estrena mañana el cartel del quinto Festival Internacional de Música y Danza a partir de las 22:30 horas en el escenario de la Real Fábrica de Cristales, dentro de las Noches Mágicas, y toman el color de ‘Un ramo de rosas’-título de su último trabajo o de la recopilación de toda una vida musical- sus palabras si se le pregunta qué tiene ella de mágica. “Si yo tuviera la posibilidad de analizar todo lo que hago, no sería yo; no puedes ser arte y parte del asunto” cuenta con humildad antes de poner punto final a la pregunta diciendo que “no puedo decir de mí misma que soy extraordinaria; porque eso me convertiría en alguien que no me gusta ser”. Así que el apuro toma un desvío desde la cuestión y se dirige hacia sus músicos; ¿Qué tienen de mágicos aquellos que consiguen que canciones como ‘Te dejé marchar’ o ‘Besaré el suelo’ sigan emocionando tanto a ojos arrugados por los años como a aquellos que no estaban abiertos para ver el inicio de una carrera tan llena de luz?
“Son muy buenos profesionales, algunos de ellos tienen una experiencia conmigo de más de veinte años, así que somos como una familia en la que hay unas respuestas emocionales e inmediatas en determinados momentos de algunas canciones”, confiesa Luz, con quien se hace obligado repetir el nombre antes que el apellido; por la cercanía que muestra y porque siempre ha sabido encontrarse a ella misma en la oscuridad, tanto de la vida como de la industria. Que existe. No en vano, reivindica la expresión ‘porque me da la gana’ cuando se le habla de vivir el rock como ella lo vive; desde lo eléctrico y desde el bolero. Y es que las rosas son bonitas y delicadas, sí, pero también tienen las espinas necesarias que otorgan la agresividad precisa.
Luz lo explica así: “a mí me parece que ser libres es algo muchísimo más importante que mantenerse fiel a una idea”, y continúa su argumento alegando que “para los que vivimos a través de la música, hacer todos los días lo mismo sería muy aburrido, llevo mucho tiempo aquí y por eso me niego a que alguien me diga lo que tengo que hacer; porque nadie tiene la llave de la verdad”. Espíritu rockero, alma de acústico. De esta manera se entiende que conciertos como el que ofrecerá mañana en el Real Sitio sean tan reales, independientemente del sitio, como la vida misma, en la que la euforia y el dolor se engañan y se aplauden. Luz cuenta que “el directo no deja de ser una actualidad de mi discografía” y que por ello “siempre hay que tener en cuenta qué es lo que quiere escuchar la gente”. Por eso se alternan momentos íntimos que desnudan, y otros en los que bailar apelotonados, a pesar de las dificultades que pueda presentar para ello el recinto, resultaría lo más lógico.
Redescubrir
Para Luz Casal, que en los últimos meses ha pisado escenarios de países con caracteres tan dispares como los de Argentina, Chile, Portugal, China o Francia, la elección del repertorio no depende del público, aunque sí se ve afectado por él. La explicación es tan sencilla como su alegría cuando habla del calor con el que es recibida en ciudades como Shanghai, Tunez o Serpa; “Metemos en el repertorio canciones que de repente encajan unas con otras y hay que tener en cuenta que si no incluyes alguna, la gente se puede sentir defraudada, y yo quiero que la gente se sienta a gusto, que disfrute”. Y aunque confiesa que “a veces te da pena dejar alguna fuera”, también admite, desde una reflexión con pies de gigante, que “al menos tengo la suerte de estar en el otro lado de cuando empecé; entonces tenía un disco y ni siquiera sabía si tendría que repetir canciones o cuál elegiría para hacer un bis”.
Frase tan arrolladora como la siguiente, la que da sentido a los viajes de seguidores que caminan sobre sus pasos o se elevan sobre sus vuelos y están presentes en conciertos de aquí, de allí o de más allá. Posiblemente también mañana en el patio entre vidrios y cristales.“Tener más de lo que pueda usar me parece muy atractivo” explica, y concluye que “así también tienes la ocasión de ir saltando, de redescubrir una canción que llevabas tiempo sin hacer y de repente te sorprende, le das otro carácter y es como si fuera nueva”.
Y algo así quieren los segovianos, redescubrir una luz que ya se redescubrió a sí misma cuando volvió a los escenarios precisamente en Segovia, tras una segunda parte en su enfermedad. Y algo así debe de querer Luz Casal también, que consciente de que comparte cartel con “dos talentazos” como ella como Poveda o Sara Baras, entiende que “no hay público frío, y es nuestro deber y nuestra obligación provocar a la gente que reaccione; de una manera u otra, pero que reaccione”. Y que redescubra sus sentimientos al escuchar una canción de hoy… o de esas que quedan entre los recuerdos.
