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Recuerdos después de Semana Santa

por Pablo Martin Cantalejo
11 de abril de 2023
en Tribuna
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Como, según se dice, el tiempo pasa con gran rapidez, he aquí que ya hemos dejado atrás la Semana Santa, antes y durante la cual la Iglesia Católica recomienda la reflexión sobre su significado para los creyentes, y meditar sobre su contenido y ‘estilo de vida’ que llevamos cada no. Por eso también a cierta distancia podemos acudir a algunos recuerdos de esta celebración, recuerdos que nos pueden llevar a tiempos anteriores a nuestra Constitución de 1978. Porque, digan lo que digan (y no aludo a una popular canción), también antes de la Constitución se hicieron (como a partir de ella), cosas buenas, malas y regulares.

De las primeras, en relación con la Semana Santa, me vienen muchos de dichos recuerdos, porque fueron aquellas épocas en que los vía crucis se rezaban por un lado para hombres y por otro para mujeres. Pero mucho antes, era el Viernes Santo cuando por la mañana, desde la iglesia de San Millán, se iniciaba un Vía Crucis que recorría las cruces de piedra que estaban instaladas a lo largo de su itinerario que terminaba en el cerro de La Piedad. Algún lector todavía lo podrá memorizar…y recordar también aquellas cruces que poco a poco fueron desapareciendo por modificaciones realizadas en las vías donde se situaban.

También antes de la Constitución, las procesiones en Segovia dividían la salida de las imágenes entre el Jueves y el Viernes Santos, sin que existiera aún una procesión general. Y las cofradías, o entidades acompañantes, eran sindicatos, organizaciones empresariales e incluso alguna entidad de carácter político. En el cortejo del Jueves, llamado Procesión de los “pasos”, figuraban La Oración en el Huerto, La Flagelación, Cristo atado a la columna, Ecce Homo, Jesús llevando la Cruz, La Magdalena al pie de la Cruz, La Piedad y la Virgen de Los Dolores. La preciosa talla del Cristo atado es obra de Pedro de Bolduque, venerada en la Catedral, junto a otra de San Pedro, y que posteriormente, por razones que desconozco, ‘se olvidó’, pero se puede contemplar en su capilla catedralicia.

El Viernes Santo salía la llamada Procesión del Santo Entierro, con las imágenes del Santo Cristo del Mercado, Santo Cristo de la Última Palabra, Cristo de San Marcos, Camino del Sepulcro, Cristo de los Gascones, la Soledad Dolorosa y la Soledad al pie de la Cruz.

En todos los cortejos participaban, generalmente en la presidencia, señoras y señoritas cofrades tocadas con mantilla negra .Este elegante traje se fue abandonando al paso del tiempo, aunque afortunadamente hay excepciones. Y es que era tradición, duradera por años, de vestir señoras y señoritas dicha mantilla el Viernes Santo por la mañana, con objeto de hacer la entonces visita de tradicional devoción de las Siete Estaciones a otros tantos templos donde se había instalado el ‘monumento’ para guardar el Santísimo desde los oficios celebrados en la tarde del Jueves.

(Lamentablemente, la trasmisión televisiva local ‘ignoró’ el viernes las mantillas y las presidencias de cofradías, aunque sí se fijó bien en la oficial.)

Durante bastantes años se observó rigurosamente la cobertura de los altares con grandes paños morados o negros y, en algunos templos, con sargas muy artísticas, de las que tenemos una de Sánchez Coello en la parroquia espinariega de San Eutropio y otras asimismo en el monasterio de El Parral y Catedral, como en el resto de iglesias.

A “toro pasado”, como diría un castizo, recuerdo como muy adecuada para leer en Semana Santa, una novela del excelente y ‘luminoso’ escritor alicantino Gabriel Miró titulada ‘Figuras de la Pasión del Señor’. En ella, cada capítulo se inicia con una llamada letra capitular. El ejemplar que guardo está impreso, precisamente, en el ‘Establecimiento tipográfico de El Adelantado de Segovia’, ubicado entones en la calle de San Agustín. El libro fue publicado por la editorial Biblioteca Nueva, que encomendó a dicha empresa la impresión de numerosos títulos de los más sobresalientes escritores del momento y algunos de los conocidos como clásicos. Costaba este ejemplar en 1928 la cantidad de 7 pesetas. La editorial era propiedad de la familia Ruiz-Castillo, y un hijo del fundador, José Ruiz-Castillo Basala, escribió ‘El apasionante mundo del libro’, donde se recoge una frase de Rafael Alberti que en el suyo autobiográfico “La arboleda perdida”, con ocasión de haber conseguido por su poema ‘Marinero en tierra’ el Premio Nacional de Literatura 1924-25 escribía: Don José Ruiz Castillo, bondadoso y simpático, editaría mi libro, corriendo enteramente con los gastos, reclamándome ya el manuscrito, que mandaría a Segovia, a la famosa imprenta del Adelantado (el veterano diario El Adelantado de Segovia), que trabajaba para él.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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