Señora directora:
En el artículo de mi autoría que publicó El Adelantado de Segovia el día 6 del presente mes relativo a la primera actuación después de la Guerra Civil del eminente concertista de guitarra Don Agapito Marazuela Albornos, cometí un lapsus que deseo corregir a la vez que humildemente pido perdón por el desliz sintiendo de corazón que ese error haya podido ofender a sus deudos y amigos.
El Ilustrísimo Sr. D. Manuel González Herrero, fue íntimo amigo mío y como tal hicimos juntos muchas excursiones por esos campos de Castilla y sus ciudades, también ambos luchamos por la autonomía uniprovincial y la segregación de Segovia del ente artificial Castilla-León, lo que nos dio ocasión de mantener muchas conversaciones entre ellas me dijo que por aquellos años, recién terminada la Guerra Civil, los jóvenes citados escribieron un artículo en una hoja tirada a ciclostil más bien de carácter social y humanitario con ligeros tintes de crítica al régimen. Visto hoy día y entonces una nadería.
El régimen de Franco en aquellos tiempos tenía una susceptibilidad extremada y por un quítame allá esas pajas te organizaba un tiberio descomunal. Fueron célebres los atropellos que causó en Segovia su ínclito gobernador civil don Pascual Marín Pérez. El régimen de Franco instituyó obsesivamente como seculares enemigos el comunismo y la masonería.
Llegó a manos de la censura (que era implacable) aquel inocente escrito y buscándole las cuatro patas al gato lo interpretaron arbitrariamente como un “libelo comunista”, es decir fue la policía-censora la que lo interpretó a su gusto de esta forma, lo que costó un grave disgusto a estos, entonces, jóvenes citados de todos conocidos.
De ahí viene el lapsus que contiene mi artículo del cual don Manuel que era de un talante ecuánime, sencillo, bondadoso, humilde y católico siempre estuvo ajeno a cuestiones políticas, incluso negándose rotundamente a ser Alcalde de Segovia a pesar de las muchas presiones que hicimos sobre él. En su profesión como abogado atendió a tirios y troyanos defendiéndoles sin tener en cuenta su ideología política, así como tampoco la tuvieron mis buenos amigos Antonio Lucio Cuesta (q.e.p.d.) y Mariano Núñez González, personas apolíticas, honorables a carta cabal y que cito en dicho artículo.
Lo acontecido con estos muchachos de entonces (año 1947 aproximadamente) me recuerda la frase de aquel filósofo griego, que al preguntarle un discípulo como podía perjudicar a un enemigo, el sabio le contestó: “Dame cuatro líneas escritas por ese individuo y tendré motivos para ahorcarle”. En nuestro caso la interpretación arbitraria de la hoja que hicieron los policías-censores fueron los causantes de la injusticia y que desgraciadamente sufrieron aquéllos con la pena citada. En fin, todos sufrimos los desmanes del régimen durante y después de la Guerra Civil.
Espero haber aclarado el contenido de mi artículo, repito, que malévolamente confundió la censura, transformando una inofensiva hoja escrita en un anatema contra el mismo régimen franquista (esta última palabra ha sido inventada después de la muerte de Franco).
Muchas gracias por su publicación. Reitero mis deseos de haber aclarado mi error y espero haber dado satisfacción a las posibles personas que haya podido ofender, ya que no era esa mi intención, particularmente a sus deudos y amigos.
José Luis Salcedo Luengo