Evidentemente la revelación que hizo el otro día en Burgos la ministra de Transportes y Movilidad, Raquel Sánchez, de que los Presupuestos del Estado contemplan una partida de 10 milloncejos de euros para desbloquear y revitalizar –en principio– la línea Madrid–Burgos después de diez años de hibernación en el limbo y con una máquina bateadora empotrada en lo que será el túnel de Somosierra, no ha convencido a las plataformas reivindicativas que desde hace tiempo vienen reclamando tal infraestructura como opción para viajeros y mercancías y de vertebración del territorio que supondría un buen instrumento de desarrollo de nuestro Nordeste. Obviamente no es que esos 10 millones sean suficientes para semejante proyecto pero no deja de ser, de momento, el desbloqueo de una situación enquistada y que con esto parece empezar a corregirse el olvido.
Pero no sólo es eso. Las reivindicaciones frente a ADIF deben extenderse con una visión más desarrollista al reflotamiento del uso y mejoramiento de la línea de nuestra vieja estación de cercanías sobre la que pesan negros nubarrones de desaparición. La provincia es exigente en ese aspecto dado que en el marco de las comunicaciones dicha línea –mejorada su circulación con nuevos tiempos y medios de ADIF– supondría un claro desahogo de la circulación por carretera; un alivio físico y económico para desplazamientos de usuarios al espacio ‘Guiomar’ en Juarrillos; una fácil comunicación con Madrid para más de cuatro o cinco mil personas de los pueblos del trazado, que tendrían cómodo acceso al ‘cercanías’ (Segovia, La Losa, Ortigosa, Otero, Los Ángeles, San Rafael, El Espinar, etc. que también tienen derecho a unas comunicaciones propicias y pensando también en quienes prefieren gozar, antes que de la velocidad, del paisaje y del recreo de su tiempo en un tren así. Y, sobre todo, pensando en la responsabilidad del propio Estado, ya que –como se sabe– todos los servicios no deben por qué tener siempre resultados rentables económicamente sino que por su propio contenido social –como éste– deberían ser altamente considerados y respetados. Pero, sin embargo, parece que las intenciones del propio ADIF han sido ir favoreciendo su ruina y dejando a propósito languidecer el uso, tomando –sin sentido social– decisiones que vienen colaborando a esa atonía que la servirá de base para argumentar falta de usuarios y rentabilidad: reducción de frecuencias, trasbordos innecesarios (como el de Cercedilla,por ejemplo, de riesgo e incomodidad usuaria), clausura y suciedad de instalaciones, etc. (con reapertura de la vieja Cantina) que vienen desanimando a segovianos y turistas hacia el uso de este transporte que Segovia tanto necesita. O haberla convertido en un vergonzoso depósito de chatarra. El que quiera otra cosa ya tiene su ‘Guiomar’. Asi de claro.
Pero desgraciadamente no todo tiene ese sello optimista. Habría que empezar por concienciar a las Instituciones –para que lo exijan– de la necesidad de ese servicio como elemento dinamizador Y de calado social. Mas sin ir más lejos, llama no poca atención el hecho de que en el propio Plan General del Ayuntamiento (que supongo vigente) refiriéndose al sector de la Estación se afirme que “la solución propuesta –sin duda el alcance del Plan Regional suscrito en su día con ADIF– requiere una reconfiguración de la infraestructura que puede pasar por el desmantelamiento del uso actual y crear un nuevo acceso y un nuevo sistema general para la ciudad, que incluiría el soterramiento, en lo que coincide el propósito ya expresado de la alcaldesa Clara Luquero de reconvertir todo aquel espacio y dotación allí de la nueva estación de autobuses.
Hay que señalar al tiempo que aquel Plan Regional para la reordenación especial de Las Lastras-Estación firmado en el 2010 entre el Consejero de Fomento y ADIF–Ayuntamiento de Segovia para desarrollar 370.000 m2 de suelo, incluía entre otras actuaciones la construcción de más de 224 viviendas que, aunque perfectamente diseñado por ADIF, fue impugnado por el Ayuntamiento ante la excesiva edificabilidad, colisión de las normas de vistas protegidas, aspecto ambiental, etc.
Por todo ello la ‘pelea’ de las Plataformas Reivindicativas, incluidas por su responsabilidad las Instituciones segovianas por el mejoramiento del viejo trazado (como la calificó en su día el director general de Urbanismo, Ángel Marinero “la supervivencia de la vieja estación dependerá de cómo peleen su mantenimiento los segovianos”) hacia la consolidación y mejora, digo, de la línea férrea Segovia–Madrid directa, habrá de ser ardua y constante para lo que no las faltarán apoyos al menos de la ciudadanía consciente. Veremos.
