La ‘semana decisiva’ que afrontaba la Gimnástica Segoviana para definir su llegada a la Primera RFEF va a terminar de la mejor manera posible, después de que el club anunciara la llegada de Cajaviva Caja Rural como principal patrocinador privado del equipo gimnástico, y veinticuatro horas después anunciara la renovació de Ramsés Gil al frente del cuerpo técnico del equipo que (salvo sorpresa más que desagradable) competirá en la tercera categoría del fútbol español.
No hace demasiadas semanas, Agustín Cuenca señalaba a esta redacción que no podía pedirle a Ramsés “que nos espere eternamente”. En realidad no se equivocaba el presidente de la Segoviana, pero porque no hacía falta pedírselo. Ramsés, al que no le han faltado ofertas para entrenar a otros equipos, decidió esperar y en cuanto el proyecto se ha asentado definitivamente ha dado el ‘sí’ al club de su vida, justificando su decisión en una carta a la familia azulgrana en la que deja claras sus intenciones:
‘Han pasado exactamente 38 días desde el que fue, probablemente, el día más feliz para todos los Gimnásticos. Tiempo suficiente para reflexionar, hacer el balance necesario, después de una temporada apasionante, y para tomar el pulso a Segovia, y conocer si puede y quiere embarcarse, con un puñado de locos, en la que va a ser, sin duda, la mayor aventura de este nonagenario Club.
La tarea no es sencilla. Mucho más para un equipo cuyo crecimiento reposa en una Junta Directiva no profesional, y que encuentra en los éxitos deportivos, la única recompensa a su incansable y poco agradecido trabajo. Bien es cierto que para los que compartimos esa desbordante pasión, no hay mejor premio. Su mayor éxito no está en la gestión de sus pocos recursos. Su mayor logro es haber conseguido cambiar el paradigma del fútbol. Desde nuestra pequeña ciudad, son más de diez años dando ejemplo de que existe otro fútbol. Sin prisas, sin agobios, alejado de urgencias, sin cuestionarse todo cuando los resultados no llegan, sin ventajismos, con el apoyo y confianza constante al trabajo. Más cercanos aún, si cabe, cuando se tuerce la flecha. Esto no ocurre en ningún equipo del mundo. Solo en éste. Es intangible (no se puede cuantificar esa tranquilidad para trabajar día a día), pero no tiene precio.
“He decidido seguir siendo feliz”, afirma el entrenador en una carta enviada en la que explica su renovación
Personalmente, me siento un privilegiado. Un auténtico afortunado de la vida. Cuesta mantener los pies en el suelo con tanto halago y reconocimiento, no lo voy a negar. Son exagerados, como probablemente lo serán las otras críticas, cuando lleguen. Hay que convivir con ello (el otro paradigma).
He decidido seguir siendo feliz. Porque eso es lo que provoca en mí ser el entrenador de la Gimnástica Segoviana. Una inmensa felicidad. Derrotado ese impostor que todos tenemos en nuestro cerebro, y que ha tratado de torturarme con afirmaciones como “aquí ya lo has conseguido todo”, “no tienes nada que ganar”, “en esta categoría vais a sufrir ”…, he tomado la decisión más fácil de mi vida. Quizá también la más arriesgada, porque el reto es mayúsculo, pero que nadie olvide de dónde venimos, y que somos segovianos, orgullosos de serlo. Pase lo que pase, aquí no va a doblegar ni dios.
Sueño además con que en este viaje nos van a acompañar un montón de gimnásticos de nuevo reclutamiento (con los que estaban, ya contamos. Nos han traído hasta aquí). Segovianos de padrón, de provincia, en Valencia, o en China. Gimnásticos de piel y corazón. No puedo ser objetivo, por más que lo intente, pero no hay tantas cosas en esta vida capaces de unirnos. Valores, sentimientos, emociones, arraigo por algo tan nuestro. Tan viejo y tan grande como este Club cercano al siglo de vida. Sufridor e indestructible, pero digno como pocos, llega ahora al fútbol profesional. Grandes equipos, grandes estadios. Aquí manda la pasta…, o no.
Segovianos, es ahora. Es el momento. ¡¡Vamos a por ello!!
Muchísimas gracias por tanto apoyo y cariño. Nos vemos en La Albuera’.
