Como si de agua y aceite se tratara, el líder del PP, Mariano Rajoy, y el presidente catalán, José Montilla, ratificaron ayer personalmente hasta qué punto sus visiones de la política son incompatibles. En una cita que se prolongó durante más de dos horas, socialista y popular protagonizaron un más que previsible diálogo de sordos que solo sirvió para que el compañero de Rodríguez Zapatero reiterase sus amenazas y advirtiese de que una sentencia» restrictiva del Tribunal Constitucional sobre el Estatut «puede fracturar» la relación entre Cataluña y España.
Tan obstinado enroque fue respondido por el popular con la confirmación de que no tiene la más mínima intención de retirar la queja interpuesta ante el alto tribunal.
No obstante, a falta de resultados, pues ninguno hubo, el encuentro, al que también asistieron la jefa del PP en la región mediterránea, Alícia Sánchez-Camacho, el coordinador de Presidencia popular, Jorge Moragas, y varios altos cargos del Govern, fue «cordial», según reflejaron sus propios protagonistas, que llegaron a charlar a solas durante la última parte de la entrevista.
Para hacer buena la estrategia adoptada la víspera al término del también infructuoso encuentro entre el líder conservador y el presidente del Gobierno, Montilla y Rajoy comparecieron por separado en la sala de prensa de la Generalitat, en la que, para la ocasión y para dejar bien claras las cosas, se colocó una bandera española junto a otra catalana.
Advertencias
El discurso del líder regional se centró en enfatizar la citada crisis «institucional» que se avecinaría si la Justicia alumbra una sentencia «restrictiva» sobre el Estatut. Además, al hilo de los cuatro años de retraso en el fallo del Constitucional, el catalán dijo tener la sensación de que «cada vez» se le hace «más difícil» al PP defender la queja. «No sé si hoy lo harían», apostilló antes de entregar a su invitado una copia de la resolución del Parlament que pide la renovación del alto tribunal y recordarle que hay un «clamor» en la región mediterránea en contra del recurso, máxime, añadió, habida cuenta de que, siempre a juicio del socialista, el texto autonómico es «plenamente constitucional».
No obstante, de bien poco sirvieron los esfuerzos dialécticos de Montilla puesto que, sin inmutarse, Rajoy optó por la franqueza más descarnada. «No quiero engañar a nadie», anticipó antes de certificar que en ningún caso retirará el recurso.
«Coincido con Zapatero en que el Constitucional tiene plena legitimidad para resolver este asunto y en la inconveniencia de cambiar a los magistrados en estos momentos. Unir a una sentencia la renovación del Constitucional es muy peligro para la Justicia», argumentó antes de reclamarle a Montilla que haga «pedagogía» en Cataluña sobre la Carta Magna española, que es «una de las pocas que nos ha unido».
«Le he dicho al president que nosotros respetaremos y acataremos las decisiones que adopte el Constitucional, que lo hemos hecho siempre, nos gusten o no sus resoluciones, y creemos que no tenemos otra alternativa, porque ninguna otra opción sería buena para este país», explicó.
Sin importarle tampoco que su anfitrión fuera socialista, el líder conservador culpó expresamente al PSOE y a su secretario general, José Luis Rodríguez Zapatero, de que el alto tribunal todavía no se haya renovado y recordó que la imposibilidad de desbloquear la situación está generada porque la formación de Ferraz no quiso aceptar en el Senado los dos nombres de candidatos que propusieron, como es su obligación y derecho legal, las comunidades autónomas gobernadas por el PP.
Tras su encuentro con Montilla, Rajoy celebró una sardinada en el popular barrio de la Barceloneta junto a varios centenares de simpatizantes populares, a los animó para que trabajen con el objetivo de que la formación popular se convierta en alternativa de gobierno en Cataluña.
CiU quiere más presión
Y mientras el conservador disfrutaba del pescado, el convergente Oriol Pujol emplazaba a Montilla a que lleve al Congreso la resolución del Parlament para modificar la ley orgánica del Tribunal Constitucional «si es que realmente quiere defender a Cataluña». «Pierde el tiempo cuando busca convencer al PP. Si se cree el rol de presidente, no es el momento de gesticular, sino de pasar a la acción; no se trata de hacer ver cosas, sino de realizarlas», resumió el dirigente de CiU.
Igualmente crítico con el socialista se mostró el jefe de Ciutadans (C’s), Albert Rivera, que le acusó de ser el verdadero responsable de una posible «fractura» entre Cataluña y el resto de España.
