Cinco días después de comparecer, por primera vez, en solitario en una rueda de prensa, en la que intentó pedir la confianza de los españoles de cara a la complicada situación económica por la que atraviesa el país y descartó un rescate bancario, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, volvió ayer a repetir su discurso al defender la solidez de la nación y asegurar que «no estamos al borde de ningún precipicio». Además, apoyó la idea de crear una autoridad fiscal europea que armonice las políticas nacionales, oriente a una postura fiscal común y permita un control centralizado de las finanzas, así como que gestione la deuda continental como «asidero para la confianza en el euro, imprescindible en el momento actual».
En el ámbito nacional, sentenció que «no caminamos por un sendero de rosas, pero tampoco asistimos a las vísperas del Apocalipsis». «Ni nos hemos librado de las amenazas ni vamos a sucumbir a ellas», agregó en una intervención en la XXVIII Reunión del Círculo de Economía de Sitges.
De este modo, defendió que España es un país «muy sólido», recordó que no es la primera crisis a la que se enfrenta y concluyó: «Quiero enviar un mensaje de serenidad, que no significa olvido, ni descuido ni indiferencia».
Asimismo, reivindicó todas las reformas y ajustes que hasta ahora ha emprendido su Gobierno y pidió «tiempo» para que se asienten y reviertan positivamente en la economía.
El presidente admitió que las circunstancias justifican temores y recelos por la situación financiera, pero cargó contra quienes generan «alarmas y profecías agoreras que parecen preludiar el final de los tiempos», aunque sin dar nombres.
«La borrasca no se ha despejado, pero no vamos a naufragar. Hay turbulencias, pero lo que importa es que podemos soportarlas y, más adelante, podremos sobrepasarlas con éxito», indicó para remarcar: «Hay fundadas razones para estar seguro de ello».
En materia comunitaria, Rajoy apoyó la propuesta del presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, de integrar la supervisión bancaria, los fondos de garantía de depósitos y la creación de instrumentos de capitalización directa de la banca de la UE.
Asimismo, aseguró que España no dejará de hacer «lo que sea necesario», tanto en la situación nacional como en cuanto a socios de la unión monetaria, incluida la cesión de soberanía si se requiere, para avanzar en la integración, especialmente fiscal.
En este sentido, argumentó que el país debe estar en el euro, porque fuera tendría «muchísimas dificultades para transmitir la confianza económica que permitiera alcanzar un nivel óptimo de inversión, crecimiento y creación de empleo».
