Mientras se van consumiendo los interminables prolegómenos de la ronda de contactos que la comisión designada por Zapatero para acordar con los partidos un gran pacto anticrisis y a la espera, por tanto, de que mañana mismo Elena Salgado, José Blanco y Miguel Sebastián comiencen a poner propuestas concretas sobre la mesa, la vida política vivió ayer otro intrascendente y repetitivo tiempo muerto. Fue así hasta el punto de que solo cabe reseñar la contestación del líder del PP, Mariano Rajoy, a la ocurrencia que la víspera había tenido la baronesa madrileña, Esperanza Aguirre, al plantear en voz alta durante la Comisión Ejecutiva del PP la posibilidad de que los socialistas ofrecieran a los populares los ministerios de Economía y Trabajo como única manera de sacar al país de la recesión.
Aclarando de antemano que la jefa de la región capitalina realizó un simple «comentario irónico», el jefe de la oposición dejó de lado la sugerencia, puesto que no hay lugar a comentar «una propuesta que no se ha producido».
«Un comentario irónico no es una propuesta», remarcó ante las preguntas de los periodistas antes de la reunión del Grupo Popular en el Senado. Cuando se le insistió si, en consecuencia, descartaba un Gobierno de concentración, el líder de los populares rechazó de plano tal posibilidad.
No obstante, lo cierto es que por más que Aguirre llevara el planteamiento del Ejecutivo mixto al absurdo, hay algunos dirigentes populares que sí se toman en serio dicha propuesta como única salida factible al atasco económico. De hecho, durante la mencionada reunión de la directiva conservadora, la aragonesa y ex presidenta del Congreso Luisa Fernanda Rudi, propuso bastante más en serio que la madrileña la posibilidad de una coalición con los socialistas. Tal sugerencia fue recogida con cierto agrado por el presidente riojano, Pedro Sanz, quien nuevamente ayer abogó por la necesidad de integrar al PP en el Ejecutivo.
Consumir los plazos
En todo caso, es casi imposible que tal idea prosperase aún con la anuencia del PP, puesto que en las actuales circunstancias políticas es descabellado pensar siquiera en que los socialistas estuvieran dispuestos a ceder cartera alguna. Por el momento, la única táctica del líder socialista consiste en lograr el mayor apoyo posible para sus medidas contra la crisis, de las que únicamente son conocidas el retraso de la jubilación y la voluntad de reformar el mercado laboral, sin que todavía esté demasiado claro en qué sentido.
No obstante, el contendido final de las iniciativas dependerá del trabajo de la citada troika, cuyas instrucciones, según reveló ayer el inquilino de Moncloa, son que «agote hasta el límite, hasta el final, el esfuerzo de diálogo y de negociación con todos los grupos y, de manera singular, con el PP».
Con semejante premisa y el optimismo del que hizo gala una vez más, el jefe del Ejecutivo se mostró convencido de que, «si hay voluntad política», es posible llegar a acuerdos en menos de dos meses, que es el plazo que él mismo fijó para las gestiones de la vicepresidenta económica y los ministros de Fomento e Industria.
Lo que no está claro es que exista tal intención, al menos por parte del líder de la oposición, puesto que, como también ayer reiteró Rajoy, el jefe del Gobierno «está aislado de los problemas» y su única tarea inmediata es «tomar decisiones» para salir de la crisis en vez de convocar una comisión negociadora que, según dijo, «parece una especie de seminario».
