El presidente del PP, Mariano Rajoy, aprovechó el día después del debate monográfico en el Congreso sobre la crisis para insistir en que el jefe del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, volvió a demostrar el miércoles en la Cámara Baja que «no sabe exactamente qué hacer» con la política económica, por lo que su único recurso consiste en intentar «distraer la atención, organizar una comisión, un barullo y un poco más de ruido» para intentar que «escampe» y los socialistas puedan recibir la ayuda «del cielo».
En suma, por más que el dirigente conservador insistiera en que España «no puede seguir» con el mismo jefe del Ejecutivo y reclamara un inmediato cambio político, que debería llegar a través de un adelanto electoral, el popular es bien consciente de que las matemáticas parlamentarias impiden que tal escenario se haga realidad y mostró de nuevo su resignación ante el muy probable agotamiento de la legislatura.
En presencia de Esperanza Aguirre, a la que acompañó en una visita a un centro de mayores de Las Rozas y cuya gestión en la Comunidad de Madrid alabó sin matices, el dirigente de la formación de Génova descartó así la posibilidad de que su partido tome la iniciativa de presentar una moción de censura. Tras ser preguntado dos veces al respecto, Rajoy afirmó que su posición «quedó clara ayer
-por el miércoles-». «Esto debe cambiar. Y solo hay tres posibilidades: rectificación, adelanto, y cambio en la presidencia. Pero ninguna de ellas me compete a mí, sino al Gobierno. Y Rodríguez Zapatero, ayer, no me contestó a ninguna de las tres. Solo respondió con una comisión, lo que me suena a que va a seguir sin hacer nada», razonó el conservador. Además, argumentó, en caso de someter la continuidad del Gobierno al Congreso, «el debate duraría 24 horas, y al día siguiente estaríamos en la misma situación».
Quizá justo para que el olvido no se adueñara del Pleno de la víspera, el popular, que no quiso proclamarse ganador, sostuvo que desde la tribuna de oradores del Hemiciclo expresó «el deseo y el sentir de muchos españoles».
Por lo que respecta a la única iniciativa que presentó el inquilino de Moncloa durante la esperada cita parlamentaria, Rajoy abundó en que se trata de «una manera de retrasar lo que tiene que hacer, que es decidir y gobernar». No obstante, añadió que «el Partido Popular va a donde se le llama».
Precisamente ayer tarde tuvo lugar en las dependencias de la Cámara Baja la primera reunión del nuevo sanedrín socialista, compuesta por la ministra de Economía, Elena Salgado, y sus compañeros responsables de Industria, Miguel Sebastián, y de Fomento, José Blanco, que, con la presencia del propio Zapatero, comenzaron a perfilar la redacción del documento que servirá de base para la negociación con los partidos.
Tal iniciativa no fue relativizada solo por Rajoy, sino que también la número dos del principal partido de la oposición, María Dolores Cospedal, advirtió de que si el líder de Ejecutivo no da «un giro de 180 grados» a sus medidas económicas, el PP no apoyará tal pacto.
Mientras tanto, en la Cámara Baja, el portavoz socialista, José Antonio Alonso, que tras la creación de la comisión parece haber quedado en tierra de nadie, continuó con su ronda de contactos parlamentarios para tratar de construir un acuerdo contra las dificultades económicas del país, y, para tratar de justificar la aparente redundancia que representa su esfuerzo, sostuvo que «es perfectamente compatible con la vía iniciada por el Ejecutivo».
Sin que, como sucedió tras su primera cita con CiU, el dirigente del PSOE tuviese nada concreto que anunciar después de escuchar a ERC, PNV, IU y CC, su única declaración consistió en asegurar que ha «apreciado la actitud positiva y constructiva en las fuerzas políticas para poder llegar a este pacto de Estado, con la excepción notable» del PP, del que criticó su «cerrazón». Mientras, los partidos fueron bastante más sinceros y, sin cerrar por completo la puerta a un acuerdo, reiteraron que no darán al Gobierno un apoyo incondicional a sus fórmulas económicas.
