No voy a hablar en esta columna de los éxitos deportivos de Nadal, conocidos por todos, sí quiero hacer referencia a su personalidad forjada desde pequeño por su tío Toni, por sus padres y por él mismo, ya que si él no hubiese aceptado un método duro de entrenamiento no se hubiera podido llevar a cabo.
La grandeza de Nadal, para mí, se cimenta en los siguientes valores que sirven para el deporte y la vida fuera de este: Disciplina y trabajo, no puedes triunfar y sobre todo mantenerte tanto tiempo en lo más alto sin estos valores. Su mentalidad ganadora, todos hemos visto cómo no da un punto por perdido. No darse por vencido nunca, ha tenido numerosas lesiones, pero parece que de cada una de ella sale más fuerte.
Factor esencial es su humildad. Él mismo ha comentado que “al final, las victorias, los títulos, son momentos de felicidad, de euforia, de adrenalina, de éxito, pero todo eso es pasajero y eso lo he tenido muy claro siempre; el éxito y el interés que tú generas en la gente, en las empresas, es algo pasajero. Ese interés es por lo que hago, no por lo que soy. Lo importante es que la gente que te conoce tenga una opinión positiva de ti, la imagen que se traslada al mundo puede ser fabricada”.
Deportividad es una palabra que le acompaña siempre en las derrotas y en las victorias. De hecho ha sido galardonado varias veces con el premio Stefan Edberg al tenista más deportivo, el último lo recibió en la temporada 2019.
Los deportistas son referentes e indiscutiblemente Nadal es un referente a seguir, es interesante escucharle y sobre todo aprender de él.
