A sus 93 años, Quintina Herranz conserva intactas sus ganas de seguir sirviendo a la Iglesia desde Pinarnegrillo, el pueblo que le vio nacer y a cuyo templo ha dedicado gran parte de su vida en una labor callada, discreta pero imprescindible no sólo para mantener su iglesia siempre a punto para cualquier celebración, sino también para hacer que siga siendo punto de encuentro para los cristianos.
Por todo este trabajo, ayer recibía el premio San Alfonso Rodríguez en su segunda edición, que le fue entregado por el obispo César Franco en un acto que tuvo lugar en el santuario de Nuestra Señora de la Fuencisla, con el que la diócesis evoca los valores del santo segoviano ejemplificados en aquellas personas que de forma anónima trabajan al igual que lo hacía San Alfonso en aquellos pequeños detalles que permiten que los fieles y los visitantes de los templos disfruten de su belleza y encuentren un lugar para el encuentro con Dios.
El premio, consistente en una pequeña escultura que representa una mano sobre el llamador de una puerta como símbolo de la labor que llevó a la santidad a San Alfonso, fue recogido por la homenajeada, que agradeció con emoción esta distinción que no dudó en calificar de inmerecida, y que fue saludada con los aplausos del público, formado en buena parte por vecinos y familiares de Pinarnegrillo con su párroco a la cabeza.
Posteriormente, el obispo de Segovia glosó la figura de Quintina Herranz como ejemplo de quienes a diario entregan parte de su tiempo y de su vida a las labores relacionadas con el día a día de las parroquias y templos diocesanos. Así, señaló que “el Señor da gracias y dones”, y en el caso de Quintina, señaló que su vida ha discurrido en paralelo a las virtudes de San Alfonso Rodríguez, por lo que señaló que el premio es “muy merecido”.
Antes de la entrega del premio, fue presentada la escultura de San Alfonso Rodríguez que la Compañía de Jesús ha donado a la diócesis con motivo del IV Centenario. La imagen, una escultura de principios del siglo XX obra del imaginero catalán Carles Flotats, permanecía en el colegio jesuita de San José en Valladolid, y se colocará en la Casa Rectoral del santuario de La Fuencisla una vez que concluyan las obras.
El colofón al acto lo puso la camerata ‘Regina Pacis’, una agrupación coral polifónica dirigida por Jesús A. Garcimartín que ofreció una selección de piezas de música sacra en un concierto que concluyó con la interpretación del himno a San Alfonso Rodríguez, compuesto por el canónigo emérito Alfonso María Frechel.
