José Mourinho aseguró el pasado martes que «hay gente» que no le quiere en el Real Madrid e inmediatamente surgieron las sospechas de a quién se refería el luso: ¿El club? ¿La hinchada? ¿Los jugadores? ¿La prensa? ¿Todos?
El club blanco quedó eliminado de la Champions, pero en la rueda de prensa, el técnico ‘merengue’ no dedicó más de un minuto a analizar esa circunstancia: empleó casi toda su intervención en enviar mensajes cifrados sobre un futuro que cada vez parece más alejado de la capital de España. Y la frase estelar fue: «Quiero estar donde me quieran».
A partir de ese momento, comenzó el tiempo de la especulación, algo vinculado al portugués casi desde que llegó a Concha Espina, hace tres temporadas.
No parece que sea el club y sus dirigentes quienes no quieran a Mourinho. De hecho, la pasada semana, el propio preparador calificó a su presidente, Florentino Pérez, como «un amigo».
Además, el mandatario blanco afirma en los pocos actos públicos a los que acude que «Mourinho es el mejor entrenador del mundo».
Sobre el papel que cumple la hinchada en esta ‘caza de brujas’ tampoco parecen existir dudas si se atiende a lo que sucedió antes del partido ante el Borussia Dortmund. Cuando se anunció el nombre del técnico en el estadio, la afición estalló en un aplauso estruendoso, casi unánime.
Mucho más evidente es la responsabilidad que atribuye el de Setúbal a la prensa nacional, a la que no aguanta casi desde que llegó al Real Madrid. «En España hay personas que me odian y muchos están aquí, en esta sala de prensa», aseveró el portugués
Pero, en cualquier caso, los periodistas siempre fueron un asunto menor para el luso y no parece que el entorno mediático pueda influir en una decisión tan ruidosa como abandonar o no el Real Madrid al final de temporada.
relación con la plantilla. Y, finalmente, quedan los futbolistas, seguramente el asunto más controvertido y discutido de toda esa complicada ecuación.
‘Mou’ siempre presumió de marcharse de cada club «rodeado de amigos», y en ese vínculo afectivo siempre incluyó a sus jugadores.
Ocurrió en el Oporto, en el Chelsea y en el Inter. Y se cargó de razones para pensar así porque no pocos futbolistas (Deco, Drogba, Lampard, Sneijder, Materazzi…) siempre hablaron maravillas de él.
Pero en la entidad blanca no encontró ese apoyo incondicional, esa ‘barra brava’ en el vestuario que actúa casi como un cortejo para el entrenador portugués.
No es ningún secreto que con Íker Casillas no cruza más palabras que saludos corteses. Ese desafecto provocó, no solo la suplencia del portero desde enero, sino una impensable división entre la afición ‘merengue’.
En la misma cara de la moneda está Sergio Ramos, otro futbolista que probó su ración de banquillo a comienzos de temporada. El internacional siempre habla ante la prensa después de cada partido y no se caracteriza, precisamente, por elogiar a Mourinho en sus intervenciones.
Cristiano Ronaldo completa el trío de auténticos ‘pesos pesados’ del vestuario. Y resulta que la gran estrella blanca pasó de ser un fiel de ‘Mou’ en sus primeros tiempos a apartarse de su idolatría de forma más que notoria.
En ese contexto, otra frase del técnico cobra especial relevancia: «Yo sé que en Inglaterra me aman, especialmente un club». Por todas esas circunstancias, pocos dan hoy un euro porque el luso siga en el banquillo local del Bernabéu.
