Ya en varios de estos comentarios me he referido a las indudables grandes dificultades que tienen los ayuntamientos similares al nuestro, aunque sus gobernantes traten de hacer frente a esas muchas dificultades ‘empujando’ hacia arriba la cuestión de las tasas e impuestos. No obstante, hay que reconocer que la necesidad de que las arcas municipales estén bien cargadas es imperiosa. Porque una ciudad como la nuestra de siempre ha estado muy necesitada de fondos, que los organismos superiores no suelen parecer entender.
Pero causa un profundo dolor que tengamos que escuchar y leer las quejas de los n ellos corren religiosamente con los tributos y demás cargas que les corresponden.
Generalmente no es capricho de los vecinos de esas localidades incorporadas, que se lamentan de ser olvidados y alegan que también estos lugares no están incorporados voluntariamente, sino que todo se deriva de decisiones oficiales, que pueden gustar o no, pero que hay que soportar y aceptar con todas las consecuencias.
Recientemente se han conocido, y publicado en estas páginas opiniones y quejas de los vecinos del barrio de Zamarramala. Dicen que el barrio ha acogido sin rechistar instalaciones que otras localidades han rechazado, pero que al fin han caído en su término, y lo soportan sin demasiadas quejas, aunque motivos tienes suficientes para hacerlas. Pero luego resulta que no reciben un trato adecuado a las molestias que podrían llegar a suponer aquellas presencias de instalaciones varias.
Conozco bien, como muchos segovianos, el pueblo, y no solo por ser protagonista anualmente de una fiesta tan arraigada y simpática como la de las alcaldesas y aguederas (y una distinción recibida hace años me une más a ella), sino también por otras ocasionales circunstancias. Y, en efecto, puedo dar fe de la situación de algunos de los temas pendientes de resolver que tienen los vecinos, que alegan incluso que gracias a su buena voluntad, muchos de ellos ‘se permiten’ poner en marcha algunos trabajos manuales para tratar de enmendar determinados ‘olvidos’ a que se les siguen sometidos.
Dicen que hay muchas calles sin asfaltar y bastantes sin aceras, lo que supone un constante peligro para los vecinos, y muy especialmente para los niños. Teniendo en cuenta que también en el pueblo no están exentos de la circulación de vehículos de todo tipo.
La presidenta de la Asociación de Vecinos ha manifestado en este diario estas quejas, y añade que “está admirada de lo cívica que es Zamarramala; no tiramos papeles al suelo en las calles, cada uno acostumbramos a barrer nuestros trozos de calle…Zamarramala está limpio porque el pueblo es limpio y cívico, porque aquí nadie viene ni a barrer”.
O sea que todos los méritos que se puedan atribuir a este lugar, hay que reconocer que son ‘locales’, ante los olvidos oficiales, olvidos que también afectan a otras poblaciones asimismo incorporadas, y de ahí que Madrona, por ejemplo, haya expresado asimismo recientemente quejas en sentido paralelo.
Zamarramala es un núcleo que también ha ido creciendo en su caserío, incluso con urbanizaciones
Zamarramala es un núcleo que también ha ido creciendo en su caserío, incluso con urbanizaciones, porque su emplazamiento es cercano a la capital y hay, como se sabe, muchas personas que buscan sus residencias en estos núcleos tan próximo y al tiempo gratos para desarrollar una vida lejos de los problemas de la ciudad, y asimismo gratificantes por su directo contacto con la Naturaleza.
Es más, el emplazamiento de Zamarramala permite el paseo desde el pueblo a la capital, por una carretera dotada de acera y de iluminación nocturna.
Estas circunstancias han influido también en la presencia de establecimientos hoteleros, algunos de ellos ya muy veteranos y otros que se han ido instalando más recientemente, y todos ellos gozando de un merecido reconocimiento por sus características hosteleras y su estupendas cocinas, aparte de que también alguno goza de un emplazamiento desde el que se contemplan unas maravillosas panorámicas de Segovia.
Así, pues, cabe esperar que antes estas reclamaciones, justas y lógicas, el Ayuntamiento empiece a reaccionar y a ir pensando con mayor frecuencia no solo en los muchos problemas que tiene la ciudad, sino también en los de estos núcleos incorporados a ella, no precisamente por voluntad propia sino por disposiciones de ‘alto rango’ y obligado cumplimiento.
Claro está que sin marginar todo lo necesario para el núcleo urbano capitalino y sus inmediaciones, como son por ejemplo los polígonos industriales, asimismo tan olvidados durante tiempo. Y donde, concretamente en el de El Cerro, sigue esperando turno la sede oficial de la Policía Urbana en espera de su muy antiguamente prometido (y no sé si ya proyectado) nuevo cuartel.
