El señor de a pie, el currante, el que no sabe ni quiere entender de los trapicheos de los tecnócratas financieros, porque bastante tiene con hacer cuentas con su sueldo para llegar a fin de mes, o con trampearse a sí mismo para que la prestación por desempleo le cubra las necesidades más básicas, no puede evitar preguntarse: ¿Qué esconde la reforma laboral?
Al ciudadano le inquieta saber los días a los que tendrá derecho por año trabajado cuando firme el despido improcedente, si serán un máximo de 20, 45, 33 ó 14, y, sobre todo, a qué tiempo de contrato tendrá que enfrentarse en el próximo trabajo si lo encuentra.
Pero para despejar algunas de estas incógnitas, los ciudadanos tendrán que esperar, ya que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, tendrá que reunirse antes con los agentes sociales para informarles de su decisión.
El jefe del Ejecutivo reclamó el pasado lunes a los sindicatos y a la patronal desde Bruselas «buena disposición» hacia la reforma laboral que el Ejecutivo aprobará en las próximas semanas, por considerar que España se encuentra en una «situación muy compleja» y los cambios en el mercado laboral son imprescindibles.
El líder popular se expresó así al ser preguntado por su confidencia al primer ministro finlandés, Jyrki Katainen, ante el que admitió, antes del inicio del Consejo Europeo, sin ser consciente de que las cámaras recogían sus palabras, que los cambios laborales le costarán una huelga.
No obstante, Rajoy volvió a elogiar el acuerdo de moderación salarial alcanzado entre patronal y sindicatos, pero señaló que la reforma «hoy la exige todo el mundo y, sobre todo, la demanda el conjunto de los españoles».
Ante tales afirmaciones, el precandidato a la Secretaría General del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, le pidió al mandatario que diga lo que tiene en «la cabeza» sobre la reforma laboral si ya sabe que le va a costar «una huelga». Asimismo, le requirió un «ejercicio de responsabilidad» para convocar a los sindicatos y a los empresarios para discutirlo, porque «todo el mundo sabe que la mejor reforma es la acordada».
En parecidos términos se expresó UGT, que volvió a pedirle la convocatoria urgente de la mesa tripartita del diálogo social para que los sindicatos «puedan hacer valer su opinión» y para que les explique a ellos y a los empresarios los contenidos y objetivos del documento que está diseñando y por el que se teme un posible paro general en España.
La organización que dirige Cándido Méndez reiteró que «esta «enésima» renovación del mercado de trabajo no es «el remedio» para acabar con el paro y pidió al Gobierno «prudencia, equilibrio y sensatez» en el diseño de la misma, así como que respete el acuerdo de negociación colectiva firmado por los agentes sociales para el período 2012-2014.
